lunes, 30 de julio de 2018

La Similla del Val

En esta entrada nos vamos a desplazar a la Serranía norte para mostrar un bello paraje subterráneo situado entre las poblaciones de Poyatos y Santa María del Val, aunque ya dentro del término de este último municipio. Volvemos al subsuelo de la Serranía, esta vez para explorar la llamada: Similla del Val.

Boca de entrada a la Similla del Val. A pesar del diminutivo 'similla' de su nombre, se trata de una cueva en toda regla, y no de una pequeña sima de desarrollo vertical como podría sugerir el topónimo.

Esta cavidad no es muy conocida (en Internet no se encuentra nada sobre ella) ni frecuentada (no es fácil encontrarla, aunque nosotros no tuvimos ningún problema), por lo que se haya en buen estado de conservación. Para evitar futuros deterioros en este bello paraje subterráneo, me limitaré a describir someramente la zona en la que se encuentra, sin entrar mucho en detalle sobre su localización exacta.

Estamos en la Muela del Rebollar, que se sitúa entre las poblaciones de Fuertescusa, Poyatos, Santa María del Val y Puente Vadillos; y entre los cauces del Río Cuervo (al norte) y el Río Escabas (al sur). El sendero circular PR-CU 95, llamado la Ruta de las Simas, (actualmente de baja temporal en la página: http://www.senderosdecuenca.org/index.php/es/) nos acerca a varias cavidades verticales de la zona de Santa María del Val, y entre ellas se encuentra ésta.

Después de aparcar el coche cerca de la carretera que une Poyatos y Santa María del Val, andamos unos 2 kilómetros por pistas de tierra bastante rotas hasta dar con las señalizaciones del PR-CU 95, tras lo cual encontramos la entrada a la cueva que no se ve hasta que no la tenemos justo delante, por estar oculta.

La boca de entrada forma una rampa descendente, por lo que esta cueva actúa como un colector donde se vierten las aguas de escorrentía, formando así un riachuelo subterráneo que recorre el suelo de esta cavidad y ha dado la forma a sus galerías. Cuando fuimos, a finales de mayo, aún había por todas partes bastante agua de la caída durante esta primavera.

Nada más entrar, bajamos andando sobre los derrubios que ha ido arrastrando el agua durante milenios hasta dar con un resalte en bajada. Para llegar a ese resalte nos adentramos en un corto laminador y desde ahí nos asomamos. Hay que bordear. Rodeamos unos bloques desprendidos del techo para bajar este resalte por la derecha y oímos un rumor de agua. Ahora nos encontramos bajo la galería de entrada, a un lado, desde donde sale de un pequeño manantial en la pared, el agua que forma el riachuelo. Éste corre en dirección al interior de la cueva.

Al lado del manantial hay una gran pila de piedra colocada para recoger el agua de una filtración que existe sobre ella. A la vuelta de la cueva pregunté a Padre Errante (que fue espeleólogo durante mucho tiempo y visitó en su momento esta cueva) por el origen de esa pila y me contó que su teoría es que esa pila fue colocada hace muchísimo tiempo por pastores de la zona para recoger y aprovechar el agua subterránea y apagar la sed en tiempos de sequía donde no se podía encontrar agua en otra parte. Me parece una teoría bastante válida, de modo que la daré por buena. Sobre la pila había también un 'vaso de cerámica' de los usados para recoger la resina de pino.

Hermano Errante junto a la pila que hay bajo la entrada a la cueva. 

A juzgar por la concreción existente en la base de la pila, ésta debe llevar 'plantada' en ese sitio muuuuuucho tiempo.

Detalle del interior de la pila de piedra con Hermano Errante asomado a ella.
Después de pararnos a observar este curioso abrevadero, nos dirigimos al interior de la cueva siguiendo el cauce del arroyo que nace aquí.

Nos encontramos ahora andando (a veces sobre grava, a veces sobre arena fina) por un amplio meandro subterráneo labrado por el arroyo.

Hermano Errante sentado a un lado del meandro para cambiar las pilas de su linterna frontal.

Meandro subterráneo bastante ancho y espacioso. El arroyo corría por la izquierda de la fotografía.
Aquí el avance era cómodo y sin ninguna dificultad gracias a la amplitud y altura de este meandro activo. De hecho, avanzamos por aquí tan rápidamente que nos pasamos de largo una oquedad que luego a la vuelta, con más calma, descubrimos e investigamos.

Hermano Errante junto a una colada en la galería principal de la Similla del Val.
En este recorrido inicial no vemos formaciones apenas... salvo por una colada que nos encontramos en la galería principal. Es raro que con tanta agua corriendo, y humedad, no haya espeleotemas por todas partes, pero más tarde fuimos conscientes del porqué de esta ausencia.

¿Y eso? No será un alien... ¿verdad?
Extraña formación ramificada en el techo de la sala principal.
Total, que seguimos adentrándonos por el amplio meandro hasta dar con el primer obstáculo. Un derrumbe.

Hay bloques que han caído del techo y han taponado la continuación. Eso parece en un principio... pero no. Encontramos dos pasos posibles: Hermano Errante sigue andando por el cauce del riachuelo subterráneo y se cuela agachándose, con el pecho a ras del agua, por una pequeña bóveda sifonante por la que continúa el pequeño curso de agua; mientras yo he descubierto una gatera ascendente a la izquierda del paso que ha tomado Hermano Errante y comienzo a arrastrarme por ahí para conectar con la continuación tras el derrumbe.

Aquí es donde me uní a Hermano Errante, que había pasado el derrumbe por otro lado a ras del agua. 
Yo preferí no mojar el mono y me arrastré por esta gatera, que luego usamos ambos, a la vuelta, para salir.

Aquí ya empezaba la acción. Mi hermano ya había salido por el otro lado y había venido a donde yo estaba reptando para pasar. Paso y me reúno con él.

Ahora estamos en un espacio entre dos caos de bloques. Vemos un tramos corto de riachuelo que a unos 8 o 10 metros se vuelve a sumir entre grandes bloques de piedra desprendidos del techo. Tenemos que buscar un paso estrecho que continúe por el otro lado y vuelva a reunirnos con el cauce activo del riachuelo. Hemos venido sin topografía, ya que no hemos podido encontrar ninguna de esta cueva y no sabemos muy bien si esto continúa o se acaba aquí. De todos modos, nos han comentado que esta cavidad tiene unos 700 u 800 metros de desarrollo, y no nos da la impresión de que hayamos recorrido tanta distancia... de modo que tiene que haber un paso para superar este caos de bloques.

Por aquí hay algunas pequeñas formaciones, pero el espacio es mucho más reducido que en el meandro por el que veníamos. Hay bloques de piedra desprendidos y apoyados unos en otros por todas partes. Hay que revisar cada hueco que existe entre todo este laberinto pétreo.

Hermano Errante repta por entre el caos de bloques intentando encontrar un paso por donde superar este obstáculo

Subimos, bajamos, pasamos reptando entre bloques, entre el hueco que deja la pared original de la cueva y los bloques desprendidos, volvemos sobre nuestros pasos, nos paramos. Hay arcilla resbaladiza por todas partes No sabemos por dónde continúa esto. Hurgamos por cada hueco que vemos, pero todos nos hacen volver a retroceder porque tras avanzar un poco, se cierran completamente. Seguimos estando casi convencidos de que éste aún no es el final de la cueva. Tenemos que encontrar un paso por aquí.

Nos metemos por todos los huecos por donde cabemos para intentar salir de este caos de bloques y continuar la cueva.

Nada. Tras un rato largo de duro arrastrarse entre recovecos, nos damos por vencidos. Ni por la parte alta del derrumbe, ni por su parte media, ni por su parte baja encontramos una gatera que salga por el otro lado. Éste sería el punto más alejado de la boca en nuestra exploración. No encontramos el modo de avanzar más. Iniciamos el recorrido de vuelta.

En el tramo que enlaza con la galería principal, antes de salir por la gatera por donde yo había entrado, descubrimos algunas formaciones en una pequeña sala.

Estalagmita y algunas pequeñas estalactitas en un bello rinconcito subterráneo.
Salimos de nuevo a la galería principal. Hemos escapado del caos de bloques, aunque sin lograr atravesarlo... vamos volviendo por la galería principal por donde no habíamos visto apenas formaciones, salvo alguna pequeña colada en un lateral, y poco más. La cueva es preciosa, pero faltan espeleotemas. Hacemos una parada. Hago una foto a Hermano Errante. Concretamente, le hago esta foto a Hermano Errante:
En esta colada donde casualmente nos hemos parado a hacer una foto, hay un hueco.
Hermano Errante lo ha visto. La curiosidad le puede. Tiene que asomarse.
No habíamos reparado en esto al pasar por aquí a la ida. Íbamos progresando hacia el fondo de la cueva sin pararnos mucho a mirar lo que nos rodeaba. Hermano Errante sube, se encaja entre las paredes de este agujero ascendente y al poco tiempo desaparece.

Hermano Errante ha visto por ahí un hueco. A ver que encuentra...

Oigo su voz surgir desde arriba. Me dice que suba. Me encaramo a la colada, encajo los hombros en el agujero, busco agarres para las manos, tanteo apoyos con los pies y subo.

Me encuentro con esto:

 Subo por el agujero y... ¡Hermano Errante ha descubierto un rincón repleto completamente de estalactitas!

Estamos en una galería colgada sobre la galería principal por la que corre el riachuelo. Sigue el mismo sentido y, aunque sus dimensiones son más modestas que la galería que tiene por debajo, se anda cómodamente por aquí. Es amplia y alta.

Estamos en una galería fósil. El río excavó en un principio su camino por aquí, y con el paso del tiempo y la erosión, se fue colando hasta formar la galería del nivel inferior. Aquí el techo no se derrumbó, y cuando el agua dejó de fluir por esta galería, se comenzaron a crear lenta y pacientemente las formaciones.

Cientos de estalactitas pequeñas, unas cuantas estalagmitas grandes y algunas columnas jalonan esta preciosa galería colgada encima de la principal.

"¡Yo también quiero una foto aquí!"
Es increíble la cantidad de estalactitas que hay en este rincón y lo apretadas que están unas con otras. Eso sí, muchas (la mayoría, de hecho) parece que están cortadas por la mitad.
Decidimos continuar por esta galería colgada, aunque no sabemos si en el otro extremo, ya cerca de la entrada, habrá una bajada o si por el contrario se cerrará y tendremos que dar la vuelta y bajar por el hueco por el que hemos subido aquí...

Ahora nos damos cuenta, las formaciones que no habíamos visto por el meandro que forma el riachuelo en la galería principal, debían de haber sido arrastradas en alguna crecida inusual del caudal hace ya tiempo; pero en esta galería superior, que es una galería fósil (sin curso de agua activo), se concentraban casi todas las concreciones de la cueva.

Tras flipar un rato con estas vistas, retomamos el camino hacia la salida, pero siguiendo esta galería colgada sobre la que atravesamos para entrar, hasta que llegamos a un punto en que esta galería se había derrumbado sobre la inferior, y ya se veía el primer laminador por el que nos habíamos asomado nada más entrar a la cueva. Pasamos hacia él, con cuidado, por una estrecha repisa que queda a nuestra derecha, colgada sobre un vacío de unos 4 o 5 metros, y volvemos a estar en el bajo laminador del principio de la cueva.

Salimos al exterior, no sin antes echar una última mirada al bello mundo subterráneo que ahora abandonamos, dejándolo tranquilo, oscuro y callado hasta que vuelvan a aparecer visitantes por aquellos lares, esperemos que, cargados del respeto y admiración que merecen estos rincones escondidos.

En definitiva, nos encantó esta cueva, aunque nos dejó con ganas de más... por ello: volveremos a visitarla más adelante ora vez. Seguro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres dejar un comentario? ¡Éste es tu espacio!