sábado, 22 de diciembre de 2018

Aguantando la ventisca en la Herrería de los Chorros (Tragacete)

Otra entrada fría. Otra entrada con nieve. Mucha nieve. Por algo ayer entramos oficialmente en el invierno... ¿no? Pues frío es lo que toca.

De todos modos, esta entrada será escueta. No tengo mucho material gráfico para ilustrarla, porque ésta no fue una ruta larga. Fue más bien, otro Plan B de esos de los que tienes que tirar cuando falla el Plan A.

El Plan A, era llegar a Calomarde (Teruel) para hacer una ruta allí, pero las quitanieves no habían despejado en esta ocasión el Puerto del Cubillo y tuve que improvisar...

Así que, me planté pronto en el puerto del Cubillo, dejé mi coche en la explanada que hay encima justo de la Herrería de los Chorros (más adelante la carretera estaba casi intransitable), y crucé la carretera para coger un camino que bordea el Cerro de Archilla, a ver qué me encontraba por allí... y me encontré paisajes como éste:

La nevada nocturna había dejado esta bonita estampa.
En este momento no nevaba, pero por allí al fondo se veían nubes revoltosas que luego vendrían en mi dirección.
En el centro de la imagen el Cerro de San Miguel.

El camino iba ascendiendo poco a poco y el espesor de la nieve era de unos 6 - 8 centímetros. No se andaba mal y tampoco hacía viento. La tranquilidad y el silencio que se extendían como el manto blanco de nieve, sólo se veían perturbados por algunos graznidos de un par de cuervos que andaban por la zona haciendo de las suyas.

Al fondo se vislumbra parte del Cerro de la Bandera. Las nubes se movían rápidas alternando claros con momentos de nubosidad total. Los vientos en altura parecían ser muy fuertes, pero a ras de suelo el aire estaba en calma.

Seguí caminando, bordeando el Cerro de Archilla, hasta que apareció un camino poco marcado a mi derecha que comenzaba a ascender hasta la meseta que forma la cumbre de este cerro. En la subida me paré a tomar esta foto, que me gusta mucho:

Cielo sobreexpuesto y suelo subexpuesto. Entre nubes y nieves.
Me encantan este tipo de fotos en la nieve. Las llamo: "Fotos de Sol Invernal" o "Sol Polar de Medianoche".
La subida no era pronunciada. Poco a poco iba ganando altura y viendo más porción de cielo, que me indicaba que por el Norte venían nubes bajas a gran velocidad.

Llegué al llano de la meseta en que se convierte este cerro en su zona superior y busqué un punto donde hacer una parada y grabar un time-lapse.

Panorámica desde la meseta superior del Cerro de Archilla, enfocando hacia el Sur de mi posición. Por el Norte ya venían nubes de ventisca, de modo que puse la 'action cam' a grabar un time-lapse. Abajo, ligeramente a la derecha se puede ver la carretera que sube por el puerto del Cubillo, el caserón de la Herrería de los Chorros y el lugar donde aparqué mi coche. Pulsar imagen para ampliar.

Estaba en un llano y no había donde refugiarse, de modo que me abrigué al máximo y me quedé de pie esperando a que las nubes que venían muy veloces desde el Norte se encontrasen conmigo.

Como decía el montañero ruso Anatoli Bukreev: "Sinceramente, no siento miedo cuando estoy en las montañas. Por el contrario… siento como mis hombros se yergen, se ensanchan; como los pájaros cuando extienden las alas, disfruto la libertad y la altitud. Sólo cuando vuelvo a la vida del llano siento el peso del mundo sobre mis hombros."

Esperando la ventisca. Ya se ve que por los cerros del fondo estaba descargando la nevada.

Grabé tres vídeos desde aquí mientras aguantaba el frío: la ventisca acercándose, la ventisca pasando sobre mí (grabada en un time-lapse) y finalmente la ventisca siguiendo su camino tras haber pasado sobre mí. He unido esos tres vídeos en uno solo. Le he puesto música para ambientarlo y, además, el vídeo dura poquito (1 minuto). Lo he llamado: "Antes, durante y tras la ventisca". Echadle un ojo:

Cuando subí a la cima amesetada de este cerro, no esperaba ver el espectáculo que iba a ver... y me encantó.
Una ventisca de nieve pasando sobre mí en un lugar elevado, totalmente expuesto y sin ninguna protección posible.
La música es de Soulfly - "Arise Again".

Otro vídeo mostrando cómo se aleja la nube que había pasado sobre mí.

Tras la tormenta, mientras aún volvía la calma, hice  esta foto al darme cuenta de que había huellas de cabra montés justo al borde del precipicio cercano a donde había estado grabando los vídeos. Esta foto me encanta. Aún se ven los últimos copos cayendo a contraluz:

En la nieve, a la izquierda se pueden observar huellas de cabra montés, aunque ese día no vi ninguna...
Al fondo, la nube de ventisca que había pasado sobre mí sigue inexorablemente su camino en dirección Norte-Sur.
Una vez había pasado el espectáculo, ya sólo quedaba bajar de nuevo al coche y, como me gusta el riesgo, lo hice por el sitio más directo que pillé, salvando el desnivel de unos 250 metros mientras bajaba resbalando sobre la nieve que acababa de posarse en la inclinada pendiente. De hecho, sufrí una caída sin consecuencias ya casi llegando al final de la bajada, en un tramo de piedras sueltas bajo la nieve.

El recorrido, aunque cortito, me dejó con muy buen sabor de boca tras haber visto como un frente helado de veloces nubes cargadas de nieve pasaba sobre mí. Una experiencia fantástica, siempre que te pille bien abrigado, claro...

Dejo por aquí el mapa del recorrido, con un punto azul marcando el sitio aproximado desde donde grabé la ventisca.

Saliendo de la Herrería de los Chorros, seguí un camino que bordea el Cerro de Archilla hasta encontrar un camino que sube hasta su amesetada cima, desde donde grabé el time-lapse y los vídeos que le acompañan

Y, ya está. Con esto, me despido hasta la siguiente... que será ya el año que viene... ¡Ciao y felices fiestas!

viernes, 14 de diciembre de 2018

Al sur de la Muela de la Madera (Ceja de Peña Betaya y Puntal del Canto Blanco en Uña)

Al sur de la Muela de la Madera, donde el Júcar labró pacientemente durante miles de años la roca caliza, hay paredes vertiginosas que se asoman al río, y al embalse de la Toba. Esta entrada trata de la visita a dos magníficos puntales de roca que se asoman al vacío desde unos 250 metros de altura sobre la carretera que une Uña con Huélamo: la Ceja de Peña Betaya (en la parte final del embalse de la Toba) y el Puntal del Canto Blanco (pasado el pueblo de Uña y antes de llegar a la presa del embalse de la Toba).

Estos dos puntales constituyen perfectas atalayas de observación. Bajo ellos discurre la carretera CM-2105 que sube a la Serranía conquense. Nos encontramos a escasos kilómetros de la bellísima población de Uña, concretamente, la salida para ambas excursiones la hice desde el mismo punto: 5 kilómetros pasado el pueblo, un poco más adelante de donde baja el camino que conduce a la presa del embalse de la Toba.

¡Vamos al lío!

La primera parte de la entrada se desarrolló a finales del mes de marzo, aunque ese día hizo un calor inusual... en esta primera parte, quise acercarme a los puntales rocosos que se ven desde la carretera a la altura del cruce donde sale la pista que conduce a la población de Las Majadas, ya en la cola del embalse de la Toba. Ese paraje viene nombrado en los mapas como Ceja de Peña Betaya, y desde allí se ve más o menos algo así

Vistas desde el objetivo final de esta primera parte de la entrada: Ceja de Peña Betaya.

Para llegar hasta allí, planeé la ruta saliendo desde un tramo de la antigua carretera que hay a la izquierda tras pasar de largo el camino que baja a la presa del embalse de la Toba. Dejé el coche y me encaminé hacia el Este para dar con el Vallejo de la Sorquilla, que desemboca en el embalse, en el punto kilométrico 40, bajo la carretera CM-2105. Por este 'vallejo' me adentré y tomé dirección Norte siguiendo el sinuoso curso excavado por un arroyo que en ese momento no llevaba agua, salvo por algún afloramiento de poca importancia.

Progresando por la parte baja del Vallejo de la Sorquilla.
En la parte superior se ensancha y transcurre entre pinares, con menor desnivel que en este tramo inferior.

Seguí avanzando en dirección Nordeste hasta donde una vaguada, que descendía al 'vallejo' sobre cuyo fondo estaba transitando, se abría a mi derecha. Ascendí por ella en busca del Alto de la Muela, a 1.478 metros sobre el nivel del mar. La parte tediosa del asunto (la subida) ya estaba cumplida.

Ahora, en el Alto de la Muela cambiaría a rumbo Sur hasta llegar al borde de la Muela de la Madera en el paraje Ceja de Peña Betaya.

Puntales cercanos al de la Ceja de Peña Betaya. Desde el Alto de la Muela había que descender unos 40 - 50 metros hasta llegar al borde Sur de la Muela de la Madera que se asoma a la cola del embalse de la Toba.

Acercarse al borde del precipicio hace que te tiemblen las piernas, y no por cansancio. Desde este mirador, tenemos una caída vertical de las que quitan el hipo y, a pesar de no tener vértigo, hasta el más osado se siente pequeño, vulnerable y frágil al estar en un entorno tan aéreo y expuesto como éste.

Alma Errante extendiendo las alas, preparado para el vuelo.

Llegué un poco tarde, con el sol declinando por el Oeste, y no pude quedarme mucho tiempo disfrutando las vistas que ofrece este lugar.

Me hice un selfie junto al precipicio

Selfie junto al precipicio de la Ceja de Peña Betaya, a unos 250 metros sobre la carretera que bordea el embalse de la Toba.

Después, hice esta panorámica desde el lugar:

Panorámica desde la Ceja de Peña Betaya.

Grabé este vídeo panorámico, que he ambientado añadiendo un poco de música:

Vídeo de la espectacular perspectiva que se tiene en la Ceja de Peña Betaya.


Y, me tuve que bajar rápidamente, luchando a brazo partido contra la oscuridad que se cernía sobre todo a mi alrededor. Vamos, que se hacía de noche y esta vez no llevaba linterna...

Bajé por el mismo camino que había seguido durante la subida, por el Vallejo de la Sorquilla, donde me paré a hacer esta foto, en un lugar donde afloraba algo de agua de la roca:

Vallejo de la Sorquilla en su tramo final, ya bajando de vuelta hacia el coche.

Esta ruta no se hizo nada dura, pero me condicionó bastante el ir a hacerla por la tarde cuando aún los días son de corta duración... de modo que la tuve que hacer de corre-prisas.

Dejo por aquí el mapa de esta primera parte de la entrada, con la subida por el Vallejo de la Sorquilla y bajada por el mismo sitio.

Mapa con la ruta seguida marcada en rojo. Ida y vuelta se hicieron recorriendo el mismo camino.

Pues bien, esto no queda ahí. Tras pasar un rato divisando el paisaje desde la Ceja de Peña Betaya me entró el gusanillo de subir a visitar algún puntal más de esta zona, y le eché el ojo a otra atalaya rocosa, ésta, aguas abajo de la presa del embalse de la Toba.

Con esta referencia guardada en mi mente dejé pasar el tiempo hasta que, la semana pasada, me acerqué de nuevo a la zona para completar la visión de la parte Sur de la Muela de la Madera con el ascenso al Puntal del Canto Blanco, que conforma la segunda parte de esta entrada.

El punto de salida elegido era el mismo, pero esta vez fui por la mañana, con más tiempo.

Tras aparcar en el tramo de antigua carretera, donde aparqué la otra vez para subir a la Ceja de Peña Betaya, me dirigí de nuevo hacia el Vallejo de la Sorquilla, pero una vez remontado un corto tramo de éste me desvié hacia el Oeste, subiendo por un corto pero empinado barranco que hace de aporte al tramo final del Vallejo de la Sorquilla.

Aquí el terreno era de piedra suelta y la subida agotadora. Mi idea inicial era la de volver por este mismo sitio, para hacer la ruta lo más corta posible, pero una vez ascendido me dije a mí mismo que no bajaría por allí, ya que el peligro de resbalón y caída era muy alto.

Vista atrás durante el ascenso por el aporte que entra desde el Oeste al tramo final del Vallejo de la Sorquilla.
Otra imagen desde la parte alta de este barranco, por el que la subida se hizo pesada y peligrosa.

En poco tiempo había ascendido desde los 1.150 metros a los que se encuentra la carretera, hasta los 1.450 metros de altitud de la Muela de la Madera.

Desde aquí busqué una senda que quedaba al Norte, dí con ella y, cuando ésta se unió a un camino forestal que corre en dirección Oeste, lo empecé a seguir.

En el interior de la Muela de la Madera hay callejones de piedra y simas por doquier, pero por donde yo caminaba no había nada más que pinos y, más pinos. Por todas partes. Eso sí, el camino era llano y se avanzaba a buen ritmo.

Os dejo primeramente el vídeo-resumen de esta segunda parte de la entrada, y después ilustraré el lugar y la ruta seguida, con más imágenes. Echadle un ojo al vídeo:

En este vídeo-resumen se ven las cabras montesas que deambulaban por el Puntal del Canto Blanco cuando llegué allí, y las impresionantes vistas desde este muro calizo, así como otros puntales del Sur de la Muela de la Madera cercanos.

Pues bien, tras espantar al grupo de jóvenes cabras montesas que se ve en en vídeo, me planté en el Puntal del Canto Blanco, desde donde tenemos una visión privilegiada de esta parte de la Serranía conquense.

Poco antes de llegar al Puntal del Canto Blanco, bajando desde la Loma de Poco Pan.
Panorámica desde el borde del Puntal del Canto Blanco, a unos 2,5 kilómetros de la población de Uña. Más o menos, por el centro de la imagen se ve la carretera que va hacia Buenache de la Sierra por toda la zona de Tierra Muerta.

Alma Errante haciendo el gamba junto al precipicio.

No corría nada de viento en este puntal, y se estaba muy bien, aunque la luminosidad no era la mejor para hacer fotos (salían la mayoría bastante sobre-expuestas).

Puntal de la Santilla, situado a un kilómetro, al Oeste del Puntal del Canto Blanco donde me encontraba.

Deambulando por el Puntal del Canto Blanco me dí cuenta de algo. Asomándome al lado Oeste del puntal vi en el suelo una chapa Fixe. En un principio pensé que alguien la había colocado aquí a modo de aprendizaje, pero después me asomé al vacío, y me encontré con que había 2 chapas más en el borde justo de la vertical, y otra unos metros más abajo, de modo que empecé a pensar más en que alguien se había descolgado rapelando desde este sitio.

Anclaje para el re-aseguro. Esta es la primera chapa que vi en este lugar, y que me dejó extrañado.
Este anclaje se encuentra alejado de la vertical. Sirve para anclarse y poder acercarse con seguridad al borde del precipicio

Aquí se ven las otras dos chapas acodadas montadas en línea, una sobre otra, justo en la línea de la vertical.
No es un montaje usual, ya que lo correcto es montar los anclajes paralelos, una al lado de otra, para que la cuerda trabaje en ángulo y reparta mejor el peso... pero esto me dio pie a pensar que alguien ha rapelado desde allí.
Al fondo se ve el Puntal de la Santilla. Pulsar sobre la imagen para ampliar.

La verdad es que tiene que ser peliagudo descolgarse desde este espectacular pared... pero no me importaría probarlo.

Tras disfrutar de este lugar durante un rato, tocaba moverse. Esta vez iniciaría el camino de vuelta andando por el borde de la Muela de la Madera, es decir, que seguiría recorriendo los puntales rocosos, esta vez en dirección Este.

Por aquí os dejo unas cuantas imágenes de las espectaculares formas que adoptan estos puntales calizos, donde había puentes de roca y enormes piedras en precario equilibrio:

Puntales calizos de esta bella ceja rocosa que forma toda la parte Sur de la Muela de la Madera.

Más puntales, con los pinos haciendo equilibrios sobre el precipicio.

Vista atrás. Ese del fondo es el puntal del Canto Blanco en el que había estado poco tiempo antes.

Puente de roca labrado pacientemente por la erosión.

Puntal del Canto Blanco desde la lejanía.

Hasta ese collado que se ve en mitad de la imagen es hasta donde tenía que llegar para, a partir de ahí, remontar un pequeño barranco que me llevaría de vuelta al interior de la Muela de la Madera.

Cuidado con no resbalar y caerse por aquí...

Llegando ya al barranco que debía remontar para internarme de nuevo en la Muela de la Madera.
Este paraje aparece en los mapas con el curioso nombre de Rastra de Masegosito.

Una vez aquí, empecé a remontar la Rastra de Masegosito, que es un pequeño vallejo, poco profundo y con no demasiada pendiente.

Éste es el aspecto del final de este vallejo, en el punto donde se precipita al vacío:

En este punto dejé de seguir mi camino de vuelta por el borde de la Muela para internarme en ella.

Me adentré pues en la Rastra de Masegosito, donde no había gran cosa que ver...

Pequeños pinos mientras ascendía por la Rastra de Masegosito.

Tras, aproximadamente, un kilómetro de recorrido ascendente, llegué de nuevo a lo alto de la loma del Monte Muela de la Madera y seguí un camino en dirección Noreste con el fin de rodear el barranco por el que había subido en un principio, ya que no me pareció que bajar por allí fuese una opción segura.

Este camino se adentra en una zona llamada Sabinar del Prado, donde hice esta foto a este hermoso ejemplar de sabina:

Sabina en la Muela de la Madera.

Ya sólo quedaba rodear por el Norte los restos de la antigua Casa Forestal de Prado Villatejas e internarme de nuevo por el Vallejo de la Sorquilla en su parte media, para descender por ahí de nuevo hasta la altura de la carretera que bordea el embalse de la Toba.

En su parte media, el Vallejo de la Sorquilla está cubierto de pinos y es amplio y verde. Más abajo, ya casi en su parte final, el suelo es de roca y la vegetación está alejada del fondo del valle, encaramándose a las paredes que forman éste.

De la parte media del Vallejo de la Sorquilla no saqué ninguna foto, pero por su zona final sí...

Vallejo de la Sorquilla.

Vallejo de la Sorquilla en su tramo final.

Volvía de allí arriba. Del Puntal del Canto Blanco y los cercanos, donde estuve un buen rato al sol, asomado al valle del Júcar como un Buitre o una Cabra Montesa.

Quizá, si consigo engañar a alguien para que me acompañe, y haciendo la combinación de 2 coches, vuelva para recorrer toda la ceja de esta parte Sur de la Muela de la Madera desde el mismo pueblo de Uña, hasta la cola del embalse, pasando por los puntales de Peña Rubia y de la Santilla que me quedaron pendientes... pero eso, ya se verá.

Os dejo el recorrido de esta segunda parte de mi aventura por las cercanías del pueblo de Uña. Esta vez, he marcado el camino de ida y el de vuelta con diferentes colores, para hacer que quede más claro el itinerario seguido.

En rojo está marcado el camino de ida hasta el Puntal del Canto Blanco.
El camino de vuelta, esta vez, se ha marcado de color amarillo. El rodeo era para evitar un tramo peligroso por el que subí y que me pareció que en bajada y con piedra suelta, podría convertirse en una trampa. Además, cuando subí, el hielo de la noche anterior aún sujetaba algo el terreno, pero ya a medio día no quise arriesgar a bajar por allí.

¡Y, esto es todo por hoy, amig@s errantes!

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Pico Gamelloncillos, Peña del Horno y Peña Rubia (entre Huélamo y Tragacete)

Vamos con una entrada reciente, concretamente de una ruta realizada durante el Domingo, día 2, de este mismo mes (este domingo pasado, vamos).

En esta ocasión me fui a errar acompañado por, el también errante, Santi (a.k.a. Drusa).

Pues bien, a las 9 de la mañana ya estábamos aparcados en un camino que sale un poco después del kilómetro 44 de la carretera que une Huélamo con Tragacete. Elegimos este punto de partida ya que teníamos que cruzar el Río Júcar, que aunque por aquí aún no es el caudaloso río que luego pasa por Cuenca, ya lleva un volumen de agual que no hace posible cruzarlo de un simple salto... de modo que aprovechamos el puente que hay donde sale este camino que sube al Cerro de la Nevera (donde está el Pico Bandera).

Alma Errante sobre el barranco de Doña Francisca, de camino al cerro Gamelloncillos.

Una vez cruzado el puente, rodeamos el Cerro de San Miguel, que se encuentra justo en frente de la carretera que asciende por el puerto del Cubillo. Una vez rodeado, nos metimos por el primer barranco del día, éste para ascender hasta el Cerro Gamelloncillos. Nos esperaba un ascenso de unos 520 metros en unos 3,5 kilómetros de recorrido por el llamado Barranco de Doña Francisca, que únicamente presentaba alguna dificultad en su tramo final, donde había que realizar una pequeña trepada. Pongo por aquí algunas fotos de la subida por ese barranco que, por otra parte, no era muy estético y sólo llevaba algo de agua en su tramo final antes de desembocar en el Río Júcar.

Tinada derruida al comienzo del Barranco de Doña Francisca.

Tramo de subida entre acebos y pinos, aún en el Barranco de Doña Francisca. Más abajo llevaba algo de agua.

En algunos tramos había pinos derribados por la gran nevada que hubo a finales del invierno pasado.

La mayoría de pinos albares estaba en perfecto estado y se veían muy sanos, pero algunos no pudieron soportar el peso de la última gran nevada y estaban derramados por el fondo y las laderas de este barranco.

Una vez arriba, hacemos una breve parada para ver el sitio por el que hemos subido.

Barranco de Doña Francisca desde un punto ya cercano a su cabecera. Abajo por donde da la sombra, discurre este barranco.

Ya en el tramo final del barranco giramos en dirección Sur para subir al pico del Cerro Gamelloncillos. Para quien no lo sepa, un gamellón es una pila donde antaño se pisaba la uva para sacar el mosto y hacer vino. No sé a cuento de qué le pusieron el nombre en diminutivo a este cerro... aunque supongo que su historia tendrá.

Otra fotografía echando la vista atrás desde el cordal que seguiríamos para llegar al Cerro Gamelloncillos. Por ahí abajo discurre el Barranco de Doña Francisca por el que habíamos subido poco antes.

Una vez en el cordal del Gamelloncillos avanzamos hacia el Sudeste hasta llegar a la cima de este cerro, desde la que no se veía gran cosa por estar cubierto de Pinos Albares...

Esta cima se encuentra a 1.765 metros sobre el nivel del mar.

Pequeño acebo auto-protegiéndose. Un amigo con amplios conocimientos forestales me comentó que estos acebos se quedan así al ser atacados por rumiantes (corzos, ciervos o cabras monteses), cambiando su aspecto e intentando proteger sus hojas tras las pequeñas ramas. Se pueden ver por muchos sitios de esta zona entre Huélamo, Tragacete y la Vega del Codorno.

Ya habíamos salvado el principal desnivel positivo de la jornada. Ahora comenzaríamos a bajar en dirección Sudeste hacia la Peña del Horno (1.709 metros de altitud).

Panorámica desde las cercanías del Gamelloncillos. En el centro se puede ver la carretera que sube al puerto del Cubillo.
Inmediatamente después de bajar por la cara Sudeste del Cerro Gamelloncillos nos topamos con la Peña del Horno, desde donde las vistas son espectaculares.

Vista panorámica desde la Peña del Horno, a 1.709 metros de altitud, bajo el Cerro Gamelloncillos.

El Cerro Gamelloncillos y la Peña del Horno eran dos de los objetivos a alcanzar en este trekking, pero aún quedaba otro paraje al que llegar, para lo cual teníamos que bajar unos 200 metros en dirección Sur-Suroeste para poder asomarnos a Peña Rubia, el tercer objetivo de la mañana.
Para ello cruzamos el Collado de la Erilla, donde paramos a hacer este par de fotos:


Panorámica de la bajada que nos esperaba desde el Collado de la Erilla hasta Peña Rubia, a la derecha de la imagen.
Peña Rubia vista desde el Collado de la Erilla. Debajo de esta ceja rocosa hay un valle por el que discurre el sendero número Pr-Cu 07 (Senda del Masegar), que parte desde Huélamo.

Ya estábamos llegando al punto más lejano de la ruta, y se acercaba la hora de comer, de modo que buscamos un buen sitio junto al precipicio sobre el que se alza Peña Rubia para hacer una parada. Las vistas desde este punto eran espectaculares se mirase donde se mirase. Como muestra, os dejo unas cuantas fotos desde este paraje:

Vista desde Peña Rubia de los picos que se alzan sobre el Masegar de Huélamo, por donde corre el Arroyo de las Chorreras y discurre la ruta Pr-Cu 07 de 10,5 kilómetros; ruta que ya he recorrido 2 veces.

Alma Errante enfrente de una roca con forma de barco.

El señor Santi enfrente de la quilla del barco pétreo donde paramos a comer algo y descansar.

Panorámica mostrando este rincón justo al lado de Peña Rubia, que queda a la derecha de la imagen. A la izquierda, rocas calizas del llamado Cenajo de los Calatravas.

Ya habíamos llegado al último objetivo de nuestra excursión, y ahora tocaba volver; subiendo primero los 200 metros y pico que habíamos bajado desde el Cerro Gamelloncillos y luego bajando desde allí por un barranco paralelo al que habíamos ascendido, hasta volver al coche.

En esos picos que se ven al fondo, está el Collado de la Erilla, a donde debíamos volver a subir, muy a nuestro pesar...

Desde el Collado de la Erilla desandamos el camino recorrido anteriormente, pasando de nuevo por la Peña del Horno, el Gamelloncillos y siguiendo su cordal hasta haber pasado el Barranco de Doña Francisca por donde habíamos subido, para bajar ahora por el Vallejo de la Cañada Honda, que queda al norte del barranco elegido para la subida.

Para entrar en este barranco tuvimos que bajar un rato largo por una pendiente pronunciadísima, hasta llegar al fondo del valle y seguir bajando, ya con menos pendiente.

Imagen del Vallejo de la Cañada Honda, por donde descendimos del Cerro Gamelloncillos.
En este barranco había más pinos derribados que en el de la subida, por lo que se avanzaba más despacio. Además, el suelo de este barranco era más bien como el de una rambla, con piedras sueltas por todo el recorrido, que también entorpecían el avance.

Este barranco desemboca en el camino que sube al Cerro de la Nevera, donde se encuentra el Pico Bandera (1.794 metros de altitud), pero que nosotros cogimos de regreso hacia la carretera, junto a la cual habíamos dejado el coche, a la orilla del Río Júcar.

Esta vez no grabé muchos vídeos durante el recorrido, pero los 4 o 5 que grabé los he fundido en un pequeño vídeo-resumen de la jornada de trekking. Dura un minutito y medio, así que echadle un ojo, que no se hará pesado.

Vídeo-resumen con algunos puntos del recorrido.

Vista del Majadal de Archilla, cerca de donde habíamos dejado el coche.

Al comenzar a andar a las 9 de la mañana, estos prados de la última imagen estaban blancos debido a la escarcha, pero a estas horas ya habían vuelto a su color original tras fundirse el hielo que cubría todo a nuestra llegada.

Santi, llevaba una pulsera GPS, que dio un total de 16 kilómetros de ruta, con un desnivel positivo acumulado (total de ascenso) de casi 900 metros, lo cual es una buena paliza para las piernas...

De todas formas, volveré por la zona, ya que es posible que intente hacer una ruta por la faja de roca que recorre la ceja caliza que forma Peña Rubia, el Cenajo de los Calatravas y los puntales que se asoman al Masegar de Huélamo, en un futuro próximo.

Antes de despedirme, os dejo el mapa aproximado del recorrido realizado en esta jornada de trekking por la Sierra de Tragacete:

Salida desde el puente que cruza el Río Júcar, primero en dirección Sur, y después Oeste subiendo por el Barranco de Doña Francisca, luego en dirección Sur nuevamente por el Cerro Gamelloncillos, la Peña del Horno (en este mapa no sale), bajada hasta la Peña Rubia y vuelta por el Vallejo de la Cañada Honda, que queda al Norte del barranco por el que habíamos ascendido.
Y, bueno... por mi parte nada más, ¡hasta la próxima lectores errantes!