jueves, 5 de julio de 2018

PARTE II: Trilogía de espeleología en Cantabria – Cuevamur en Ramales de la Victoria: la excéntrica

Vamos con la segunda entrega de la trilogía de espeleología en Cantabria.

La impresionante Pared del Eco es un enorme muro calcáreo de unos 250 metros de altura situado a poco menos de 2 kilómetros en línea recta al sureste de la población cántabra de Ramales de la Victoria. En esta espectacular pared hay una ‘escuela’ de escalada deportiva con 52 vías preparadas, pero nosotros no veníamos a escalar, sino a meternos dentro de la pared, literalmente. Nos fijamos en dos grandes aberturas a media altura en el inmenso muro, pero únicamente nos interesaba la primera de ellas: una gran boca de forma, más o menos cuadrada, de 15 metros de lado. Ésta es la puerta de entrada a un mundo subterráneo fascinante a la par que extraño. Teníamos la mirada puesta en la excéntrica Cuevamur.

La gran boca de Cuevamur vista desde la senda de aproximación, que se adentra en ella por el margen izquierdo de la Pared.
Mapa de la situación de Cuevamur (en rojo la boca de la cueva) y la aproximación hasta ella (en amarillo) desde el parking de la turística caverna de Covalanas, a escasos 3 kilómetros por carretera desde Ramales de la Victoria.
Habíamos leído que Cuevamur tiene de todo: largos pasamanos, laminadores, gateras estrechas, trepadas, descenso de pozos, grandes salas y un montón de espeleotemas de las formas más variadas (sobre todo estalactitas excéntricas). Aunque, lo que nos pareció más curioso a la hora de su elección para recorrerla, fue que habíamos leído que se podía hacer una travesía integral por toda ella mediante un recorrido circular visitando todos los pasos de esta cueva de 2,3 kilómetros de desarrollo total.

Nos informamos y, tras cerciorarnos de que no era necesario pedir ningún permiso para acceder a ella, nos plantamos con (casi) todo el material en la boca de entrada para intentar realizar ese recorrido circular completo.


Ya dentro de la boca de Cuevamur. A este primer pasaje de la cueva se le llama Galería de la Luz. Se puede observar una cuerda que atraviesa la boca de lado a lado por la parte alta, y es que aquí se hacen muchas prácticas de espeleosocorro.
En las paredes de la boca de esta cueva se puede observar también una increíble cantidad de spits (tacos metálicos encajados en agujeros practicados en la roca, con una rosca en su interior para fijar en ellos chapas atornilladas y poder anclar una cuerda) realizados para poder montar, mediante un sistema de cuerdas y poleas, la instalación que permita sacar a un herido en camilla por este sitio de complicado acceso. En 1999 se tuvo que rescatar a un espeleólogo madrileño de Cuevamur, ya que se había roto varios huesos, y quizá fuese entonces cuando se realizó toda esta instalación para rescates de emergencia.
Vídeo desde la Galería de la Luz, o boca de Cuevamur, cuando aún nos estábamos poniendo el equipo.

Tras recorrer la senda de aproximación y ponernos el equipo... me doy cuenta de mi grave error: se me había olvidado coger una botella grande de agua. Sólo llevábamos una de medio litro para los dos. A esto se unía que Hermano Errante había olvidado, a su vez, coger la comida que nos llevaríamos al interior de la cueva... parece ser que nos levantamos algo espesos aquel día, y esto impidió que nuestro plan llegara finalmente a buen término.

Ya con todos los cacharros puestos, subimos un poco más por dentro de la gran boca de la cueva que está en rampa y, a mano derecha, nos encontramos con la estrecha entrada a la oscuridad que, a juzgar por el marco metálico que la bordea, estuvo cerrada durante algún tiempo.

Entramos y lo primero que vemos es una rampa en bajada y una cuerda fija al frente, donde comienza el primer pasamanos para evitar la rampa. En la pared derecha hay clavada una placa que explica en varios idiomas que se está trabajando para acotar las zonas de la cueva especialmente delicadas por la gran concentración de formaciones, y que conmina al visitante a progresar por ese terreno acotado (mediante palitos de plástico clavados en el suelo y unidos mediante hilo de pescar) y evite así rozar los espectaculares espeleotemas que hay en los puntos bajos y estrechos.

Anclamos ambos cabos de seguridad a la cuerda fija del primer pasamanos y comenzamos a progresar pegados a la pared derecha de esta cueva, que salva un pozo de unos 13 metros que queda a nuestra izquierda. Esta progresión por el pasamanos se realiza siguiendo una especie de balcón más o menos plano mientras se sortean estalactitas y columnas.


Desanclando los cabos para anclarlos al siguiente fraccionamiento del largo pasamanos de entrada.
Este pasamanos bordea la Sala de los Termómetros, que queda debajo de nosotros. Tras sortear este primer obstáculo llegamos al llamado Paso del Cordino, donde hay que trepar unos 3 metros por una cuerda fija para llegar así al primer laminador.

Ajustando el 'puño' a la cuerda fija para superar el resalte de 3 metros.
En plena faena, subiendo el resalte.


A partir de aquí toca arrastrarse un poco. Estamos adentrándonos en un laminador (sección de una cueva donde la anchura del paso es muy superior a la altura de éste) de un 1 metro aproximadamente de alto y 2 o 3 metros de ancho, con unos 20 metros de longitud, que nos conduce a un balcón sobre la Gran Sima, que es la sala principal de Cuevamur, y donde se divide el camino para hacer el recorrido circular.

Debemos seguir por este balcón bordeando por la derecha la Gran Sima que tiene forma de embudo de paredes inclinadas (sin llegar a ser verticales, pero sí muy resbaladizas a causa del barro) de gran longitud. Ahora hay que descender un tramo de unos 8 metros por otra cuerda fija antes de seguir progresando por un segundo pasamanos.

Hermano Errante progresando por el 2º pasamanos de esta cueva que bordea la Gran Sima, sala principal de Cuevamur.
Alma Errante progresando por el 2º pasamanos que en algún tramo consta de dos cuerdas a diferentes alturas. Toda esta instalación estaba montada en fijo y re-equipada desde 2014.
 Al final del pasamanos nos encontramos con un tramo de éste bastante inclinado en subida, sobre un terreno muy resbaladizo. Aquí volvemos a enganchar el jumar (también llamado 'puño') a la cuerda para ascender, sin resbalar, hasta el borde superior de la rampa, donde debemos dejar montada una cuerda de 50 metros en la instalación de la cabecera (ésta era la única cuerda que debíamos montar nosotros, ya que el resto de las instalaciones están realizadas en fijo y re-equipadas con materiales nuevos desde el año 2014) y descender mediante ella la fuerte pendiente de la Gran Sima para buscar un paso al fondo de ésta y seguir el recorrido circular. Luego, al volver por este resalte sobre la Gran Sima, deberíamos desmontar nuestra cuerda y guardarla de nuevo.

Pero no fue eso lo que hicimos...

Dado que íbamos sin comida ni agua suficiente, no quisimos continuar con nuestro plan de hacer el recorrido circular completo. Hermano Errante usó el sentido común y dijo que él no se arriesgaba a pasar tanto tiempo bajo tierra sin suministros y, pese a que en un principio yo me negaba a cambiar el plan original, finalmente tuve que reconocer que el no llevar agua suficiente era algo que nos podía pasar factura. Así, decidimos no montar nuestra cuerda de 50 metros y lo que hicimos fue continuar por el camino por el que deberíamos haber vuelto a este punto tras recorrer el resto de la cueva.

Este camino comenzaba por un laminador que desembocaba primeramente en la baja Galería de los Guantes, que es de las de arrastrarse, pero llena de espeleotemas. Aquí comenzaban a verse por todas partes las estalactitas excéntricas y más extrañas formaciones que contiene esta cueva. Estas galerías superiores son las más concrecionadas.

Hermano Errante en la Galería de los Guantes.

Observando las concreciones en la Galería de los Guantes.
En este punto dejamos las sacas de material que portábamos para avanzar más rápidamente, ya que toda esta zona es de techo muy bajo y apenas hay sitios para ponerse de pie hasta que no se progresa un poco más.

Aquí Hermano Errante me inmortalizó inesperadamente mientras alucinaba con las formaciones.

Techos y suelos totalmente concrecionados.

Vídeo mostrando la gran cantidad de espeleotemas de esta parte de Cuevamur.

Después de arrastrarnos un rato, el techo de la cueva se volvía a alejar del suelo y podíamos ponernos de nuevo en pie. Nos estábamos acercando a la Sala de los Cristales, que fue el punto más lejano de la entrada al que llegamos, después de descartar la idea de hacer la travesía completa sin agua ni comida. Por aquí ya abundaban las formaciones excéntricas.
Vídeo grabado por Hermano Errante. Aquí ya se ve un buen número de estalactitas excéntricas.

Columnas, estalactitas, estalagmitas, excéntricas... ¡este rincón tiene de todo!
Más formaciones nos asombraban a nuestro paso.

Detalle de algunas estalactitas excéntricas.
Otro vídeo dando una vuelta por esta sala.

Avanzamos un poco más y, tras pasar por una diaclasa con algunas formaciones de color blanco puro, se abre ante nosotros la Sala de los Cristales, donde aparecen cristalizaciones que no habíamos visto en ninguna cueva de las que hemos explorado por Cuenca. Parecidas a Rosas del Desierto, pero con las agujas que las forman más finas y delicadas que las de éstas. Como finas agujas de hielo oscuro.

Delicadas formaciones en la Sala de los Cristales (pulsar sobre la fotografía para ampliar y ver en detalle)
Más cristalizaciones de Cuevamur.
 Pequeño vídeo ampliando las cristalizaciones de esta sala.

Estábamos ya cerca del temido Paso de los Retales, que no es otra cosa que una estrecha gatera que se suele hacer en sentido contrario al que nosotros llevábamos. Ya con la sed acumulada decidimos que éste era buen lugar para dar por finalizada nuestra exploración a Cuevamur y en este punto dimos la vuelta, recorriendo todo el camino por el que habíamos venido a la inversa.

Subiendo por el resalte de 8 metros tras dejar atrás el segundo pasamanos, ya de vuelta a la salida.
Detrás, en la oscuridad, se encuentra la Gran Sima, depresión que forma la Gran Sala de Cuevamur.
No sé exactamente cuánto tiempo estuvimos investigando los rincones de esta cavidad, pero sin duda disfrutamos mucho de la variedad de formaciones y del técnico recorrido que hay que realizar para progresar por esta cueva (pasamanos, trepadas, descensos, laminadores... ¡de todo, vamos!) pero nos gustó bastante, a pesar de no haber hecho finalmente el recorrido circular integral por fallos de planificación...

Dejo por aquí la topografía con el recorrido realizado, y el que quedó pendiente de realizar:

En rojo el recorrido que realizamos hasta la Sala de los Cristales, y en amarillo el recorrido circular completo que habríamos hecho de no haber olvidado llevar suficiente agua...
A la salida de la cueva, el pico San Vicente no tenía niebla en lo alto (había estado envuelto en la niebla desde que llegamos a Ramales de la Victoria dos días antes de entrar en esta cueva) así que aproveché para inmortalizarlo... y con estas vistas despido esta entrada sobre la excéntrica Cuevamur.

Pico San Vicente, al suroeste de Ramales de la Victoria, frente a Cuevamur.
De todos modos... permanezcan atent@s a sus pantallas. En unos días, la tercera y última crónica de esta Trilogía de Espeleología en Cantabria, esta vez, por la mítica Cueva de Coventosa.

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