martes, 30 de octubre de 2018

Chorrera del Gollizno y subida al Pico Peñalba (Valdemeca)

Voy a aprovechar que este fin de semana pasado estuve por la zona de nuevo para ampliar la entrada.

En abril estuve viendo un paraje de Valdemeca, pero no recopilé suficiente material para hacer una entrada del blog, ya que me parecía que le 'faltaba chicha'. Este domingo pasado volví a la zona para recorrer otros parajes, y con las fotos que hice esta vez, creo que ya puedo fundir las dos excursiones en una misma entrada que tenga más contenido. Aquí va. A ver qué os parece.

Aquí están las dos rutas que hice por la zona que queda al Norte de la población de Valdemeca.
La primera fue la que hay más abajo, por el Arroyo del Molino y de carácter lineal.
La segunda ruta fue la que hice este fin de semana pasado, subiendo al Pico Peñalba. Ésta ruta sí es circular. 
La primera parte de mis andanzas por la zona de Valdemeca transcurrió por un estrecho por el que discurre el Arroyo del Molino. Para acometer esta ruta aparqué el coche un poco antes del punto kilométrico 34 de la carretera que une Valdemeca con Cañete (3 kilómetros antes de llegar al pueblo desde el cruce que hay pasando Huélamo), y me dirigí hacia el estrecho de roca formado por el Arroyo del Molino. Antes de internarme en el estrecho hice una pequeña parada en la Fuente del Molino cuyo aspecto me sorprendió.

Curiosa la forma de esta Fuente del Molino, junto a los llanos que hay antes del estrecho por donde corre el arroyo.
 El día estaba frío, húmedo y con ganas de nevar.

Tras visitar esta fuente, el camino ancho que me había traído aquí se convertía en una senda estrecha que fluía en un principio por un margen del arroyo y luego cruzaba un pequeño puente de tablas y subía por la otra margen del arroyo. El arroyo llevaba caudal.

En esta ocasión estrenaba mi nueva mochila de ataque, que me regalaron poco antes, por mi cumpleaños.
Aquí el arroyo corría por mi derecha, encajonado entre las paredes del estrecho.

Panorámica del estrecho de roca al que me estaba acercando. No sabía lo que me iba a encontrar ahí...
Con la incertidumbre de no saber si por ese estrecho se podría pasar o si, por el contrario, habría algún obstáculo (como una cascada de agua, o si no se podría cruzar el arroyo) que me impediría avanzar más, seguí caminando.

Lo que encontré, no me defraudó. Se trataba de una coqueta cascada que formaba una bonita poza donde bien se podría uno dar un buen chapuzón, aunque en esta ocasión el tiempo no acompañaba...

Esta pequeña cascada viene nombrada en los carteles que hay por allí como: Chorrera del Gollizno.
Se debía cruzar al otro lado del arroyo para continuar por la senda, que subía junto a la cascada. Aquí tuve que hacer algunos malabares para conseguirlo sin mojarme... eso sí, ¡lo conseguí!

Chorrera del Gollizno desde la senda, que en este punto asciende por el otro lado del cauce para salvar esta cascada.
Según el diccionario de la RAE, 'gollizno' significa lo mismo que 'gollizo', y su acepción es: estrechura de un paraje. ¡Ya habéis aprendido una cosa nueva!

Quería ver lo que había más allá. Es un problemilla que tengo, y que a veces hace que me líe demasiado a andar. Ea... curiosidad, lo llaman. Cuando llego a un punto, suelo querer saber qué hay más allá de ese punto, y si me gusta lo que veo en el mapa, sigo avanzando... hasta que me doy cuenta de que me he alejado ya demasiado. Me ocurre a menudo.

Vídeo de la Chorrera del Gollizno desde la senda que sube paralela a ésta.

Como me gustó lo que el mapa me mostraba que había más allá, seguí avanzando.

Una vez pasado el estrecho el paisaje se abría. Aquí me di la vuelta para hacer una foto del estrecho por el que había venido.

Tras salir del estrecho, vi un farallón rocoso con un abrigo de roca debajo y decidí subir hasta allí para grabar un time lapse mientras descansaba un poco y me comía el bocata de la merienda.

Hasta el gran abrigo, que se ve debajo del imponente farallón rocoso, fue hasta donde subí a descansar un rato.
En esta zona aún quedaban restos del invierno. Incluso había 2 dedos de nieve en alguna umbría.
Aquí caían gotas del deshielo durante el día sobre una zarza y por la noche se congelaban otra vez.
El time lapse que grabé desde este punto, fue el siguiente:

Time lapse que grabé mientras descansaba, mirando hacia el estrecho por el que había venido.

Quería haber visitado otro paraje que hay por la zona y que me habían recomendado (Huerta de los Descalzos y la Casa del Cura), pero las horas de luz escaseaban y se acercaba nieve, por lo que desde aquí ya emprendí el camino de vuelta siguiendo la misma ruta por la que había venido.

Fotografía desde encima de la Chorrera del Gollizno.
Las nubes se iban cerrando y la temperatura bajaba. Debía darme prisa en volver al coche...


De nuevo en la Chorrera del Gollizno.
Comienza a caer nieve dura mientras admiro la Chorrera del Gollizno.


Panorámica desde un poco más abajo de la Chorrera. ¿Alguien ve un corazón en la imagen?
Tras ver que los copos que comenzaban a caer iban cogiendo fuerza, me di prisa en desandar el camino andado. Salí del estrecho, y ya en el llano que se abre en lo que es el valle de Valdemeca, me encontré con éste panorama:


A la izquierda, la claridad del atardecer, mientras por la parte de la derecha una nube descargaba nieve sobre el Pico Peñalba.
Ya llegando al coche, encontré también esto... que me cambió la cara y todo



Calavera de cabra encontrada en los llanos cerca de la carretera, en el valle de Valdemeca.
Y me metí en el coche mientras la niebla bajaba y la nevada se desataba, tras haber hecho el recorrido, corto pero entretenido, que se muestra en el siguiente mapa:


Trazado de la ruta lineal que hice hasta la base de la Muela de Valdemeca, pasando por la Chorrera del Gollizno.
Trazado corto y muy fácil de recorrer. Tengo que volver por allí a rodear la Muela de Valdemeca y ver un par de sitios...
Y ahora, vamos con la segunda parte de mis andanzas errantes por esta zona. Esto tuvo lugar el domingo pasado.

En esta ocasión, aprovechando que había nevado el día anterior, decidí subir al Pico Peñalba, de 1.780 metros de altitud (yo, cuando subo a los picos altos de Cuenca lo tengo que hacer con nieve, si no, no me vale). En esta salida quería aprovechar para ver Cabras Montesas luchando, ya que me habían comentado que con los primeros fríos del otoño entran en celo y comienzan las luchas entre machos... pero aquel día no vi nada más que un grupo de Ciervos jóvenes.

Así pues, salí de Cuenca muy temprano. Antes de ello tuve que descongelar el coche durante un buen rato ya que en esos momentos aún estaba cayendo la `primera helada de este otoño-invierno.

Con los primeros rayos del sol ya había llegado a el Embalse de la Toba y me detuve para hacer esta foto.

Amanecer en el Embalse de la Toba, de camino a Valdemeca.

Ya con el sol iluminando (que no calentando) aparqué junto a un estanque para recoger el agua que hay en la entrada del Barranco de Fuencaliente, situado entre los puntos kilométricos 39 y 40 de la carretera que une Cañete con Valdemeca, al final de ésta (antes de llegar al cruce viniendo desde Cañete, al poco de pasarlo si se va de Huélamo a Valdemeca). Al salir del coche una ráfaga de viento helado me envolvió. Iba a hacer mucho frío donde corriese el aire, de eso estaba seguro.

Aspecto del Barranco de Fuencaliente desde la carretera. Las preguntas eran ¿se cerrará con grandes paredes? ¿podré pasar?

Adentrándome en el barranco encontré esto, supongo que a modo de advertencia. Advertencia que, por otra parte, a mí no me arredró en absoluto.

Calavera colgada a modo de advertencia.
En esta primera parte el barranco era estrecho y las paredes estaban bastante juntas con altos peñascos que se erguían sobre mi cabeza, lo que me hizo temer un desprendimiento de rocas, ya que vi restos de desprendimientos recientes mientras avanzaba.

Me iba fijando en los roquedos que desde lo alto dominan el barranco, con al esperanza de ver alguna Cabra Montés deambulando por las alturas, pero con el frío que hacía y la pequeña nevada que había caído el día anterior supuse que estarían refugiadas en la espesura del fondo de los valles y barrancos de la zona. No vi ninguna, pero el asunto no pintaba mal. Según avanzaba vi que, en caso de cerrarse el barranco, tenía por el lado derecho una zona muy empinada pero que podría trepar para salir por el otro lado. Por suerte no hizo falta, ya que en un recodo del barranco éste se abre en un pequeño vallejo encajonado donde se puede andar ya muy cómodamente. Estaba en el llamado Rincón del Chopar.

La Escaleruela vista desde el Rincón del Chopar, un verde prado resguardado entre las montañas.
Hasta aquí había avanzado en dirección Este y ahora giraba para comenzar a caminar en dirección Sureste siguiendo el Arroyo de Fuencaliente, que estaba completamente seco.
Por aquí la vegetación alternaba Castaños con Robles y algún Arce. Este rincón estaba espectacular a esta hora y con estos tonos otoñales. Hice la siguiente panorámica para dar fe de ello.

Entre colores otoñales en el Rincón del Chopar.
Hasta aquí el camino había ido subiendo poco a poco, pero sin grandes pendientes. A partir de este punto sí que tocaba marcar el ritmo y comenzar a subir por el margen del arroyo seco. Conforme ganaba altura, aparecía más nieve depositada el día anterior por esta zona, y más Pinos que sustituían a la vegetación del fondo del valle.

Nieve en polvo que cayó el día anterior y durante la noche se congeló.

Por estar toda esta zona en el fondo del valle, y por la vegetación que había, no se colaba el viento y se podía estar, pero más arriba la cosa cambiaría y el gélido viento me obligaría a no parar ni un momento para evitar quedarme frío.

Un vistazo atrás, mientras asciendo, para ver la zona de donde venía. Impresionante el contraste del color del Arce de la imagen cubierto de nieve y con sus hojas de color rojo otoñal. Ampliar imagen para ver mejor.

Por esta zona me pareció oír dos golpes secos, como los que suenan cuando las Cabras o Ciervos chocan sus cuernos durante las luchas de la época de celo, pero al estar rodeado de vegetación no pude ver si se trataba de Cabras a lo lejos o de ramas de árboles que se quebraban...

Frágil equilibrio de la nieve en algunas zonas.

Ya estaba llegando casi a la llamada Dehesa de Cabañas.

Vídeo del final de la subida por el Barranco de Fuencaliente.

Ya divisaba el objetivo principal de mi ruta de aquel día: el Pico Peñalba.

Pico Peñalba, con 1780 metros sobre el nivel del mar.

Ahora debía rodear el paraje llamado Hoya del Puerco por la izquierda de la imagen anterior, en lugar de bajar y subir más adelante. Seguí la curva de nivel por la que iba, andando sobre veredas de animales por la llamada Majada de las Cabras. Desde aquí se veía el valle de Valdemeca, formado por el río del mismo nombre. Ahí abajo no había cuajado la nieve.

Ahí abajo está el valle de Valdemeca, cuatrocientos y pico metros por debajo de donde me encontraba al tomar la foto.

Dar este rodeo me llevaba más tiempo que atacar la pendiente directamente, pero el esfuerzo empleado era menor.

Panorámica desde la Majada de las Cabras. A mis pies la Hoya del Puerco desde donde se accede al Barranco de la Cerrada por su parte superior. En el centro-izquierda de la imagen está el Pico Peñalba.

Mi idea en el momento de planificar esta ruta era la de bajar por este Barranco de la Cerrada una vez hubiese coronado el Pico Peñalba, pero finalmente, una vez en la cima, decidí bajar por lo más directo, aunque también más escarpado... más adelante lo veremos.

Seguí pues, dando un rodeo hasta llegar al Collado de las Morqueras, antesala del tramo final hasta la cumbre.

Vídeo grabado desde el Collado de las Morqueras (a 1.723 metros), cerca ya de la cima.

Ya sólo quedaba el empujón final.

Por aquí el viento ya hacía que pararse a descansar no fuese una buena opción... de modo que continué sin pausa hasta la llegada a la cima, donde el viento y el frío eran aún más crudos y cortantes.

Llegada a la cima del Pico Peñalba.

La cara Noroeste está cubierta de Pinos, mientras que la cara que da al Sureste solo cuenta con algunos Quejigos dispersos y una vegetación muchísimo menos abundante. Ya había coronado mi objetivo, eso si, no pude disfrutarlo por mucho tiempo.El viento impedía permanecer en la cima, pero el rato que estuve aproveché para hacer estas fotos y vídeos (y para observar con los prismáticos a ver si veía alguna Cabra Montés por las llanuras que hay bajo el pico):

Vértice geodésico en la cumbre del Pico Peñalba. Fotografía tomada mirando hacia el Noroeste.
Por allí al fondo está el pueblo de Tragacete.

Vídeo panorámico desde la cima del Pico Peñalba.


Informe de situación: ¡¡Misión cumplida!!

Valle de Valdemeca desde el Pico Peñalba mirando en dirección Sur. Al fondo a la izquierda se oculta el pueblo.

Ahora lo peliagudo era bajar sin resbalar con la nieve que había en la ladera. Y no iba a ser fácil.

Como comenté anteriormente, mi idea era bajar por el Barranco de la Cerrada, que corta el Pico Peñalba por el Noroeste, pero desde la cima vi que en la ladera que baja por el flanco Sureste, a pesar de ser más empinada, no tenía mucha nieve... de modo que me decidí a bajar por ahí cual Cabra Montés. Esta zona se llama Solana del Cajigal, y esto de 'cajigal' viene dado por que así es como se llamaba antaño a las zonas donde crecen Quejigos (también llamados Robles Carrasqueños).

Por este flanco hay piedras sueltas, hay que asegurar bien cada paso. Bajar por sitios así es difícil, a la vez que muy cansado para las piernas.

Puntal del Pico Peñalba desde la Solana del Cajigal, por donde bajé como buenamente pude.
Aquí se ve un Quejigo con tonos rojizos cubierto por la nieve.

Tras abandonar la falda del pico, sólo había que recorrer los llanos que conforman el fondo de este valle hasta llegar a la carretera. Eso sí, aún me quedaban 3,5 kilómetros andando por el asfalto hasta el coche.

Pico Peñalba desde la carretera. Esta es su cara orientada al Suroeste. La cara por la que bajé (Sureste) es la más empinada.

Una vez aquí, aproveché para acercarme al Río Valdemeca, que iba muy crecido, tal y como muestra el siguiente vídeo:

Pequeño vídeo del Río Valdemeca, casi desbordado.

Ya sólo quedaba recorrer esos 3,5 kilómetros por la carretera hasta el lugar donde me esperaba aparcado el coche. Parece fácil decirlo, pero aquí, en el fondo del valle, donde no hay mucha vegetación, el viento se encajona y no dejaba de correr ni un momento, robándote calorías a un ritmo rapidísimo.

Total, que llegué al coche muy cansado (las piernas me iban temblando desde la bajada del Pico Peñalba, ya que la tensión que tenía que hacer con cada una al bajar por tan tremenda pendiente me había cargado muchísimo los cuádriceps y los gemelos) pero estaba muy contento.

Dejo el mapa de esta ruta por aquí:

Mapa de la ruta de este domingo pasado al Norte de la población de Valdemeca.
Al tiempo que escribo esto, creo que en la Serranía de Cuenca sigue nevando... lo cual dará pie a más aventuras errantes en la nieve, donde me muevo mucho más a gusto que a 40 grados. ¡A ver si tenemos buenas nevadas para salir al campo a inmortalizar bellas estampas! ¡Y subir cerros altos! jajaja

 Y... vale ya, que no quiero aburriros. ¡Hasta pronto Lectores Errantes!

martes, 23 de octubre de 2018

Ascenso a la Cruz de los Tres Reinos y descenso del Barranco de las Clochas (Hoya del Peral, pedanía de Salvacañete)

¡Buenas de nuevo Lectores Errantes!

Hoy os traigo una entrada doble sobre la pequeña pedanía de Hoya del Peral, perteneciente al municipio de Salvacañete. Esta entrada doble trata de un ascenso invernal (en Diciembre de 2017) a la Cruz de los Tres Reinos, de 1.557 metros de altitud, y un descenso deportivo del Barranco de las Clochas (también llamado Barranco del Pino) realizado este mes de Octubre (el pasado día 20) junto a Hermano Errante.

La primera parte trata de un ascenso desde la carretera N-420 hasta la pedanía de Hoya del Peral, pasando de largo esta pequeña aldea y siguiendo dirección Norte hasta estar a la altura de la Cruz de los Tres Reinos, a donde ascendería para estar en 3 provincias al mismo tiempo. ¿Qué es esa 'Cruz de los Tres Reinos'? Si no lo sabéis, seguid leyendo para averiguarlo...

En mi primera incursión me planté en Salvacañete justo al amanecer y recorrí el PR-CU-99, llamado 'Sendero de las Almas' (porque rodea el llamado Cerro de las Almas, al Oeste de la población). En poco más de una hora y media ya me lo había ventilado. Era Diciembre y hacía un frío glacial, pero me supo a poco este sendero de 6 kilómetros tan solo. Además, en su trazado no se visitaba ningún rincón curioso o especialmente digno de admiración. Por ello, una vez completada esta ruta decidí acercarme a la pedanía de Hoya del Peral, situada al Noreste de la población de Salvacañete.
Dejé el coche al comenzar el camino que da acceso a esta aldea y me puse a andar. Al poco vi que a mi derecha se abría un impresionante barranco e intenté ascender por él hasta la Hoya del Peral en lugar de seguir el camino.

Esta sería la vista aérea del Barranco de las Clochas desde encima de Hoya del Peral, mirando en dirección Sur.
Imagen tomada de Google Earth. Abajo a la izquierda se ve el nombre del pueblo escrito con piedras apiladas.
Aquí vino el primer problema. Me topé de lleno con la última cascada del descenso de este barranco, de 10 metros de altura. Por aquél entonces conocía de oídas la disciplina deportiva del Descenso de Barrancos, pero aún no me había metido en ese maravilloso mundillo... de modo que me dí la vuelta y ascendí de nuevo al camino que me conduciría a Hoya del Peral, bordeando este barranco.

Vídeo de la parte central del Barranco de las Clochas desde arriba.

He de decir que el aspecto de este barranco me encantó, y decidí que otro día volvería para intentar descenderlo por su cauce, lo que no sabía es que tendría que aprender técnicas de progresión con cuerdas y esperar casi un año para hacerlo finalmente.

Como mi intento de subir por el barranco se vio frustrado, continué por el camino, que pasa junto a una cantera de la que se sacan bloques de piedra para construcción.

Pequeña cantera junto al camino, justo antes de llegar a Hoya del Peral.

Ya estaba en la aldea. Paré a comerme el bocata en el poyo (banco de piedra, para los profanos) de una casa abandonada (como lo están la mayoría en esta aldea) y después me dirigí en dirección Norte por un camino que discurre entre campos de cultivo. Había algo de nieve en las umbrías que delataba las huellas de un zorro que había recorrido gran parte del camino que yo estaba recorriendo ahora.

Huellas de zorro de camino a la Cruz de los Tres Reinos.

En esta zona hay un gran yacimiento fosilífero y es muy común ir encontrándose fósiles (sobre todo de ammonites) casi a cada paso que se da. Hice fotos a algunos de los que me vi:

Pequeño ammonite.

Gran ammonite fragmentado.

Es increíble la cantidad de fósiles que se pueden ver en esta zona.
Hace cientos de miles de años esto era una pequeña almeja y aquí, a 1.300 metros de altitud, había un mar.


Otro fósil incrustado en la roca.

El camino iba ganando altura poco a poco. En todo este trayecto se hacía por un camino paralelo al Arroyo de los Urdiales, que estaba completamente seco. Este es el arroyo que formó al Sur de la Hoya del Peral el imponente barranco por el que no había podido transitar en esta ocasión.

Ya estaba llegando a la altura de la Cruz de los Tres Reinos y aquí debía desviar mi rumbo hacia el Este y superar un desnivel aproximado de unos 120 metros para ascender al cerro donde se encuentra este enclave histórico.

Panorámica a los pies del cerro donde se encuentra la Cruz de los Tres Reinos.
Subir esta loma no era nada complicado y en poco tiempo estaba ya en este cruce de reinos. Ahora es cuando procede aclarar de qué se trata la llamada 'Cruz de los Tres Reinos'...

La Cruz de los Tres Reinos es el lugar donde convergían los antiguos reinos de Castilla (actual provincia de Cuenca), Valencia (actual Rincón de Ademuz, perteneciente a la Comunidad Valenciana) y Aragón (actual provincia de Teruel). La tradición cuenta que en este punto se reunían en la Edad Media los monarcas de Castilla y Aragón (que incluía la actual Comunidad Valenciana) para dirimir sus problemas en la confluencia de sus reinos. Territorio neutral.

Allí, tomé unas cuantas fotos como las que siguen:
Panorámica desde la Cruz de los Tres Reinos mirando hacia el Oeste (hacia la provincia de Cuenca).
Pulsar imagen para ampliar.

Paneles que indican las rutas de senderismo que recorren estos parajes. Detrás está el vértice geodésico.

Desde aquí arriba se veía la Sierra de Javalambre con sus picos nevados.
Desde ahí emprendí el regreso por el mismo camino hasta la carretera N-420 para volver al coche y dirigirme de nuevo a Cuenca tras pasar una agradable mañana de frío por la Serranía Noreste de Cuenca. Dejo por aquí el mapa del recorrido.

En amarillo está marcada la ruta de mi intento de acceder al Barranco de las Clochas desde su parte final. Como no pude hacerlo, tuve que volver al camino principal que conduce a la Hoya del Peral y de ahí seguir en dirección Norte hasta la Cruz de los Tres Reinos. Pulsar la imagen para ver el detalle.
Ahora, vamos con la segunda parte de mi periplo por estas tierras. Para ello vamos a dar un salto en el tiempo, ya que la siguiente acción se desarrolló durante este fin de semana pasado (el 20 de Octubre de 2018). Tras sufrir un par de días de lluvia constante en Cuenca, Hermano Errante y yo decidimos ir a hacer el descenso del Barranco de las Clochas, el cual me había enterado de que contaba con instalaciones para montar cuerdas y superar una serie de rápeles hasta llegar al lugar por donde no pude subir la primera vez que me acerqué a este paraje. Me impidió el paso una vez, pero ahora iba a pasar por ahí, sí o sí.

Preparamos neoprenos, arneses, croquis del descenso, descensores 'ocho' y demás material de barranquismo, y nos fuimos para allá a primera hora de la tarde. Tras aparcar el coche justo a la entrada de la aldea de la Hoya del Peral y ponernos todo el equipo, nos metimos en el barranco, que a pesar de las lluvias no llevaba caudal de agua... hasta el último rápel; aunque las pozas si tenían agua turbia.

Vista del barranco desde el punto de acceso, junto a la aldea de Hoya del Peral.

El primer tramo era el más estrecho del recorrido, con las paredes del barranco apenas separadas 2 metros la una de la otra.

Hermano Errante feliz de volver a los barrancos tras 2 meses sin pisar uno.

Aquí había un pequeño resalte de 2 metros destrepable que en la reseña no salía marcado como rápel, pero que estaba montado con un parabolt con cadena y anilla, así que, en lugar de destreparlo, lo rapelamos.

Alma Errante en el primer resalte-rápel de sólo 2 metros de altura.
Tras esto nos encontramos con el primer rápel marcado en la reseña (suponemos que el primero, de 2 metros, no estaba equipado cuando hicieron el croquis del barranco y lo incluyeron en una re-equipación reciente). Éste segundo rápel salva un desnivel de 3 metros. El primero lo había montado Hermano Errante, de modo que en éste me tocaba montar la cuerda a mí. La monto y Hermano Errante desciende el primero:

Hermano Errante en el rápel de 3 metros marcado en la reseña como R1 (rápel nº 1 del descenso)

Yo bajando el rápel de 3 metros que me había tocado montar.


Por esta primera zona había tramos de destrepe y pozas con poca agua hasta llegar a un pasamanos montado en fijo para evitar una badina bastante profunda (el pasamanos está montado ya que, al ser un barranco habitualmente seco, cuando el agua está estancada mucho tiempo no es recomendable, ni agradable, meterse en ella. Con este pasamanos se salva este obstáculo sin mojarse de agua putrefacta)

Yo progresando por el pasamanos fijo.
Hermano Errante gestionando el pasamanos que evita una poza profunda.

Después venía un rápel de 9 metros. Éste lo montó Hermano Errante y lo descendí yo primero. Es norma entre los barranquistas que, el que monta el rápel se quede en la cabecera (lugar donde está la cuerda anclada a la pared) hasta que todos han bajado, y bajar el último. Y, así lo hacemos siempre.

Aquí ando, enfrentándome al rápel de 9 metros.

Hermano Errante haciendo el rápel de 9 metros con más soltura que yo.

El siguiente también lo montó Hermano Errante y lo descendí yo el primero. Aquí ya había 15 metros de desnivel que salvar. Puse en juego la integridad de mi teléfono móvil al resbalar y caer al agua una vez había acabado de rapelar y llegado a la poza... (sí, se llegó a mojar entero, pero aún funciona. ¡Gajes del oficio, oiga!)

Yo ensacando la cuerda mientras Hermano Errante me graba y se ríe del resbalón que me hizo calarme entero, móvil incluido

Aquí hubo un punto donde dudamos bastante, ya que había que descender un rápel de 4 metros desde el que no veíamos el anclaje para después bajar un rápel de 15 metros que enlaza con éste. Estuvimos a punto de sacar nuestro equipo de burilar (martillo, spits, chapas y demás) para montar nuestro propio anclaje y salir de esa situación comprometida, pero al fin, tras descender el de 4 metros y plantarnos en la cornisa que da salida al rápel de 15 enlazado, encontramos el anclaje al que teníamos que amarrar nuestra cuerda para superar esta caída vertical.

A partir de este punto había que caminar por el cauce durante unos 100 metros (eso pone en el croquis del barranco, pero creemos que esa distancia era mayor).

Llegados aquí, quiero hacer un apunte: el barranco estaba muy sucio desde su comienzo, pero aquí llegaba al culmen cuando encontramos un coche destrozado en medio del cauce y los cadáveres de decenas de cabras que aún no nos explicamos cómo habían llegado allí. En una zona más arriba de ésta ya me había dedicado a apartar una rueda de camión del cauce (había otra que no pude mover) y Hermano Errante había retirado a su vez varios plásticos y cuerdas que nos encontramos mientras avanzábamos. Cubos de metal abollados, trozos metálicos oxidados, bolsas, ruedas... había de todo. Es una pena que estos parajes tan poco transitados, y que por ello deberían mantenerse prístinos y limpios, actúen de colectores de la basura humana de los alrededores cuando baja una rambla de agua y acumula desechos que deberían estar en una planta de reciclaje y no en un paraje agreste y de difícil tránsito como éste. Quizá muchas personas no puedan, o quieran, meterse en estos sitios... pero su basura sí que llega a ellos. Mal asunto.

Por otra parte, y cambiando de tema, la instalación del equipamiento para realizar el descenso deportivo de este barranco está en perfectas condiciones y se ve que el barranco fue re-equipado hace poco tiempo. A pesar de no ser un descenso muy conocido, ni acuático, la disposición de los anclajes está muy bien pensada para que las cabeceras de los rápeles duren mucho tiempo y aguanten grandes riadas (que aquí raramente se darán...) que podrían arrancarlos al arrastrar troncos y piedras si estuviesen colocados en mal lugar.

Ya sólo nos quedaba el descenso del último rápel, de 10 metros de altura. Me enfrentaba ahora al muro que me impidió subir por el cauce de este barranco cuando estuve por la zona la primera vez en Diciembre de 2017. Ahora estaba completando su descenso integral. Un reto más, cumplido.

Descendiendo la pared que me impidió acceder a este barranco la primera vez que lo vi, cuando aún no hacía barranquismo.

Único rápel con algo de agua del día. Octavo y último rápel del descenso del Barranco de las Clochas (o barranco del Pino)
Como conclusión final, éste es un descenso con más 'chicha' de la que parece a priori (me refiero a nivel deportivo, ya que las vistas del entorno son realmente espectaculares desde casi cualquier lado) y que nos sorprendió con bonitos rápeles que no nos esperábamos encontrar en esta zona. Un barranco para coleccionistas, con buenas instalaciones de anclajes y al que, por poner una pega, lo único que le haría falta es un caudal constante.

También cabe destacar y repetir, en el aspecto negativo, la gran cantidad de basura acumulada en este barranco.

He montado un vídeo-resumen con música, de algo menos de 3 minutillos, con los vídeos que fui grabando con la action cam durante el descenso. Echarle un ojo a ver qué os parece:

Vídeo-resumen musical del descenso. Tomas grabadas con la 'action cam'.  He subido este mismo vídeo con una instrumental propia (en realidad es de Chemo, productor musical del colectivo InUnder) a Youtube, ya que vi que no había ningún vídeo de este descenso y puede interesar a barranquistas. Os dejo aquí el enlace: https://youtu.be/1Dyve2hB0vk 

Y finalmente, como siempre, os dejo un pequeño mapa con el recorrido realizado, y un enlace al croquis de este barranco aquí por si alguien se anima a hacerlo...

En rojo el recorrido deportivo del barranco de las Clochas (también llamado barranco del Pino) en Hoya del Peral (Salvacañete) y en amarillo el trayecto de retorno al coche. En total se van unas 2 horas y media entre descenso y retorno

Y ya vale, ¿no?

¡¡Hasta la siguiente aventura, Lectores Errantes!!