sábado, 2 de febrero de 2019

Valle del Escabas (Parte I) - Cercanías de los Galayos

Vamos con una entrada doble, que se desarrolla en las inmediaciones de otro paraje que tengo pendiente de visitar, y del que haré una entrada en su momento.

Primero, vamos a ubicarnos: estamos en el gran y escarpado tramo del valle que forma el Río Escabas a su paso entre las poblaciones de Poyatos y Fuertescusa. Este valle discurre en dirección Noroeste y en esta doble entrada vamos a acceder a la parte más alta de cada uno de los márgenes, a la altura del impresionante paraje conocido como Los Galayos. Es decir, estaremos primero detrás de los Galayos subiendo desde Fresneda de la Sierra (al Sur); y luego en la segunda parte subiremos a la margen que hay enfrente de los Galayos (al Norte) desde el fondo del valle del Río Escabas. Vamos a ello.

En mi primera incursión, no conseguí gran cosa… os explico. Aparqué a la salida de Fresneda de la Sierra y me puse a andar por un camino en dirección Norte hasta que comencé a oír disparos cerca y vi junto al camino un cartel que indicaba que se estaba llevando a cabo una montería por donde yo quería pasar. Misión fallida. Media vuelta.

Al poco volví para liquidar esa cuenta pendiente. Esa vez metí el coche hasta el punto donde había visto el cartel de la montería la otra vez, ya que ese tramo de camino no tenía nada particular y ya lo había andado… Al poco de aparcar, el camino que debía seguir comenzaba a ascender encajado entre dos barrancos secos (el del Arroyo de Valdecabanos al Oeste y el del Arroyo de la Navelía al Este). Más arriba el camino se convertía en senda y seguía subiendo. Todo este tramo forma parte del sendero Pr-Cu 27. Por aquí no había grandes vistas, así que no paré a hacer fotos, salvo un vídeo corto intentando captar, con el móvil, el ladrido de un corzo cercano. Sí. No es una errata, los corzos ladran. Os dejo el vídeo, a ver si podéis oírlo (desde el segundo 1 hasta el 4. Hay que subir el volumen a tope):



Entre los segundos 1 y 4 se oye un corzo ladrar. Prestad atención..

No lo vi, porque estaba más abajo y algo alejado del camino, pero ese ladrido era, seguramente, de un corzo macho. Muchas veces van por ahí ladrando solos, aunque cuando más lo hacen es en época de celo. Le respondí con un par de ladridos y continué mi ascenso, hasta que la senda llega a un pequeño collado junto al punto donde comienza el barranco del Arroyo de la Navelía. Una vez arriba el paisaje se abría en un llano llamado Prado de la Navelía. Estaba ya en la meseta que da forma a la parte alta de la margen Sur del valle del Escabas. La subida había sido demoledora y, sin embargo, aquí era todo casi llano.

En el alto había un camino desde el que ya se divisaba el valle del Escabas, y grabé este vídeo de los Galayos y la margen contraria del valle donde subiría en la segunda parte de esta entrada:

Los Galayos desde el Cerro Avanto, al salir del Prado de Navelía.

Fui en dirección a, lo que en el mapa aparece como, Tinadas del Collado y en el camino encontré este curioso refugio de pastores, donde solamente cabía una persona tumbada, pero hecho con gran tesón y paciencia. Sin duda, un buen sitio para meterse si te pilla en el llano una tormenta de verano…

Refugio de pastores en el alto junto a Carrascallano.

En el siguiente vídeo, ya se ve Tinadas del Collado, pero de pasada. Lo que me tenía maravillado (y aún me sigue maravillando cada vez que paso por la zona) eran las formas del valle del Escabas, con sus rocas pareciendo querer desafiar a toda lógica.

Vídeo grabado antes de bajar a Tinadas del Collado y Carrascallano.

Pero la próxima parada era Tinadas del Collado, ya a la vista sobre una pradera ondulada que tenía aspecto de haber servido de despensa a diversas generaciones de ganados y ganader@s. Por lo visto, Tinadas del Collado era un conjunto de casas derruidas donde habitaban los humanos mientras su ganado apacentaba tranquilamente en las praderas de los alrededores en época de estiaje. Curioso y apartado enclave, sin duda.

Deambulando por Tinadas del Collado y mirada hacia el valle del Escabas.

En el final del vídeo, la imagen se fija en el “lagarto de Fuertescusa” más conocido como “El Costerón”. Tengo que ir por allí a visitar una cueva que se encuentra a sus faldas, así que ya os lo mostraré más adelante. Pero os dejo este otro vídeo, donde también se ve la parte más amplia del valle del Escabas:

Baranco al Oeste de Tinadas del Collado y vista del valle del Escabas.

Tras husmear por Tinadas del Collado me dirigí hacia el Este para merodear por una prolongación de esta meseta, llamada Carrascallano, junto a la cual nace el Barranco de la Solana del Parral, que es el que parte los Galayos para dar con las aguas del Escabas. Pongo una imagen y un vídeo, para que os hagáis una idea de lo que describo:

Los Galayos, que son esas enormes lajas de piedra, vistos desde Carrascallano, al Sur del valle del Escabas. Están cortados por el Barranco de la Solana del Parral.

Vídeo de los Galayos desde Carrascallano.

Desde esa punta de Carrascallano que da al valle del Escabas comencé el camino de vuelta, andando por el borde de esta meseta que da al Barranco de la Solana del Parral, ya que quería ver el inicio de éste. Os dejo por aquí un par de fotos desde el borde de este barranco:

Borde del Barranco de la Solana del Parral, que corta Carrascallano por su parte Este.

Otra vista desde el borde del Barranco de la Solana del Parral, con los Galayos y las paredes escarpadas del valle del Escabas al fondo.

Ahora, durante un instante, vamos a ver desde enfrente nuestra situación. Vamos a ver, primero los Galayos y encima, Carrascallano donde estamos ahora mismo, y se aprecia que hay mucha menos vegetación (esto es un avance de la segunda parte de esta entrada, que podéis leer más abajo):

Nos teletransportamos rápidamente a la margen contraria del Río Escabas, para ver desde allí la posición en la que se encuentra Carrascallano con respecto a los Galayos.


Y el vídeo desde donde comienza el Barranco de la Solana del Parral, con un fino hilo de agua escurriéndose hacia el vacío, en busca del Río Escabas:

Aquí comienza el Barranco de la Solana del Parral, con un fino reguero de agua, al que se le van sumando más pequeños aportes desde los lados del barranco.

Tras esta incursión, vuelta al Prado de Navelía y bajada por la senda por la que había subido… Os dejo el mapa con el recorrido:

Subida desde el Norte de Fresneda de la Sierra siguiendo el Pr-Cu 27, paseo por Tinadas del Collado y Carrascallano y vuelta por el mismo sitio por el que había subido.

Y ahora, si os parece, vamos con la segunda parte de esta entrada. Desde la margen Norte del valle del Escabas. ¿Os venís?

Esta segunda parte es más aventurera que la primera, con parte del recorrido por territorio salvaje y sin senda, en una subida de 350 metros de desnivel luchando contra la gravedad y la maleza. Esta ruta partió de la misma carretera que une las poblaciones de Fuertescusa y Poyatos, es decir, desde el fondo del valle que forma el río Escabas entre estas dos poblaciones.

Comencé a ascender la pendiente monte a través, confiando en encontrar rápido una senda que había visto en las ortoimágenes de los vuelos PNOA del Instituto Geográfico Nacional (fotos aéreas, vamos) pero que no aparecen en el mapa. No tardé mucho en dar con ella, y paré en un singular mirador de roca a tomar esta panorámica y éste vídeo:


Panorámica de la márgen Sur del valle del Escabas desde el Picayuelo, al inicio de la subida.
Vídeo panorámico iniciando la subida.

Esta senda parecía ser de resineros, que la usarían para llegar a las zonas donde “sangraban” los pinos, o al menos, eso creo a juzgar por los restos de vasijas donde se recoge la resina que vi por la zona. Esta senda, según las ortoimágenes, sigue y cruza el Barranco de Pruipinarejo; pero antes de esto, mi plan era desviarme hacia la pendiente y subir campo a través hasta un corredor “cómodo” (por llamarlo de alguna manera) que me permitiese coronar la faja de roca.


Barranco del Pruipinarejo, que luego atravesaría en su parte alta para llegar a la punta de exploración de mi ruta.

Tras una subida agotadora sin senda de ningún tipo, estaba en la base de la mencionada faja de roca, con el Barranco de Pruipinarejo a mi izquierda:


Vídeo desde la faja de roca. Las condiciones de luz en invierno no dan para sacar buenas imágenes por la baja altura del sol, que deslumbra se grabe desde donde se grabe... pero bueno, algo se ve, ¿no? Aquí había un pequeño rebaño de Cabras montesas que asusté al subir y no pude grabar.

Ahora debía bordear la roca buscando un paso para ascender finalmente a la parte superior. Éste era el punto crítico… si no había tal paso y todo eran rocas verticales, se habría acabado aquí mi excursión, pero por suerte no fue así. Encontré un paso y, aliviado, me planté en la visera de roca que se asoma al Escabas por encima de las buitreras de otra faja de roca que hay a menor altura. 

Respirando aliviado tras haber podido subir por donde había planeado en un principio.

Ya estaba el trabajo complicado hecho. Había subido al Puntal del Cuerno Llano. Las vistas eran mejor incluso que desde el otro lado del valle. Eran más cercanas a la verticalidad de las márgenes y daban una perspectiva diferente de los Galayos:

Perspectiva desde esta parte del recorrido.

Aquí aproveché que el sol no me deslumbraba para hacer esta panorámica mostrando la parte Sur del valle del Escabas.

En el siguiente vídeo os muestro los Galayos con mayor detalle, y Carrascallano, donde estuve en la ruta de la primera parte de esta entrada:

Los Galayos y Carrascallano, donde estuve en la otra parte de esta entrada.

Y, ya que estamos, me sirvo de esta foto tomada desde Carrascallano para dibujaros la ruta de ascenso a este lugar, vista desde la perspectiva de la otra ruta:

Pulsar para ampliar: En rojo el recorrido seguido. Donde no hay línea es porque el camino seguido pasa por destrás de la faja de roca que se aprecia en la imagen, por un corredor bastante empinado por donde subí.

Al igual que vimos en la otra margen del Escabas, la parte alta de ésta margen también era una meseta (fijémonos en que el paraje de la otra margen se llama Carrascallano, y el puntal donde acababa de culminar mi ascensión es el del Cuerno Llano), pero ésta algo más accidentada. Me dirigí a un camino que atraviesa estos altos, por el interior, y para mi sorpresa vi que estaba en vías de convertirse en Pr, a juzgar por esta imagen:

Marcas de Pr pintadas hace bien poquito.

Tras un corto tramo por este ‘cuasi’ Pr, me desvié por otro camino que bajaba a la cabecera del Barranco de Pruipinarejo (que había visto durante mi subida, y que al planificar la ruta había descartado intentar ascender, ya que parece tener caídas verticales largas) y después ascendí nuevamente, esta vez en dirección a Las Cabezas, un puntal rocoso que se asoma al Escabas desde donde grabé los dos siguientes vídeos, y aproveché para comerme el bocata:

Hasta aquí llegué: Las Cabezas. Otro puntal de roca que se asoma al majestuoso valle del Escabas.

Arco de piedra sobre el vacío junto al que paré a comerme el bocata, y desde donde comencé el camino de vuelta.

Mi intención era llegar hasta el paraje de Cabeza del Castellar, que queda al Sureste de donde me encontraba, pero debía bajar una fuerte pendiente, subir otra y luego volver, lo que me desanimó e hizo que volviese sobre mis pasos de camino al coche.

Tras volver a encontrar el sitio por el que había ascendido la faja final de roca, bajé; y de ahí a la interminable cuesta, campo a través y sin senderos (ni de animales), por donde había subido. Una vez pinché con la senda que había visto en las ortoimágenes, ya estaba chupado volver al coche… pero ya casi llegando, algo llamó mi atención. Al subir no la había visto, y estaba en la misma senda por la que había pasado. Suelo fijarme en estas cosas y, al subir, juraría que no estaba… bueno, a lo que voy: había sangre, y claro, me dio por hacer de CSI y seguir el rastro (¡cuánto daño hace la tele…!) que seguía la senda por el tramo por el que debía bajar.


Rastro de sangre por el sendero.
Investigando cual CSI. ¿De qué es esta sangre? ¿qué ha pasado por aquí?

Por los pelos, deduje que el animal herido era un jabalí, aunque es difícil asegurarlo… seguí el rastro hasta dar con el origen, que curiosamente era el final de mi ruta…

En la carretera, a 30 metros de donde tenía aparcado mi coche, justo donde esa senda acababa en el asfalto, había marcas de un frenazo, y de ahí partía el rastro intermitente de sangre hacia el monte del que yo bajaba. Pensé en que había tenido suerte de no encontrarme con un peligroso jabalí herido recientemente por un coche, en el mismo sendero por el que yo bajaba felizmente tras haberme dado un pateo con mucha cuesta arriba… habría sido una situación comprometida, ya casi en la meta final.


Origen del rastro de sangre. Misterio resuelto.
Os dejo el mapa de esta segunda parte y un mapa donde se ven los recorridos de ambas partes de esta entrada. 


Mapa de esta segunda parte de la entrada. Según el contador de pasos del móvil, haciendo la conversión (un paso, aproximadamente 0,8 metros de avance), me salían unos 14 kilómteros, pero me parece demasiado... no sé.


Los dos recorridos de esta entrada en un mismo mapa, para dar una idea más amplia de la zona recorrida.


Y, como os he adelantado… habrá más entradas de esta zona impresionante de nuestra serranía conquense.

Colorín colorado… esta entrada se ha acabado.

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