jueves, 24 de enero de 2019

Ruta de las Pinturas Rupestres de Villar del Humo

Hoy, aprovechando que la anterior entrada discurría por el 'Rodenal del Cabriel' en Boniches, he querido seguir prospectando esta zona de nuestra Serranía Baja, esta vez con un recorrido de 18,3 kilómetros por la zona de Villar del Humo donde se encuentran las pinturas rupestres. Esta ruta la hice en Septiembre de 2017, en solitario, y no tenía pensado hacer una entrada de ella, pero aprovechando que estamos en terreno de rodeno...

Este día, aproveché también para acercarme a ver la Torre Balbina y la Torre Barrachina, que están por la zona, no son tan conocidas como las pinturas, y sí que son totalmente diferentes la una de la otra.

¿Vamos a ello?

Al amanecer aparcaba mi coche junto al Río Cabriel cerca del puente al que se llega saliendo de la carretera N-420 antes del punto kilométrico 489, en el paraje llamado 'El Cañizar'. Desde aquí cruzaría el río, y subiría hasta el Collado de la Losa para bajar después hasta Selva Pascuala, donde se encuentra el abrigo de pinturas rupestres más conocido de esta zona (y el que más pinturas tiene).

Panorámica de los helechos de Selva Pascuala. Este rincón está casi igual que cuando lo visité por vez primera en una excursión con el colegio (hace ya siglos...). Lo único que ha cambiado es la casa que allí hay, que ahora está reformada.
Ya en Selva Pascuala, me acerqué al par de abrigos con pinturas que hay allí, pero sólo pude acceder a uno (están protegidos por una valla y puertas con llave para que ningún vándalo se las intente llevar ni las deteriore)

Pequeño refugio de pastores cercano al abrigo de la Fuente de Selva Pascuala.
Supongo que a casi tod@s os sonará de algo el conjunto de pinturas rupestres de Villar del Humo, pero vamos a recordar algunos datos sobre estos antiquísimos dibujos. Este tipo de arte se encuadra dentro del arte Rupestre Levantino, de hecho, las pinturas del abrigo de Selva Pascuala (al que no pude pasar) se consideran las más representativas de este tipo de arte rupestre en toda Europa, nada más y nada menos; pero también algunas representaciones de la zona se califican como pruebas del Arte Esquemático. Y es que, éstas pinturas, que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se enmarcan en dos períodos distintos, entre el año 10.000 y el 6.500 a.C.:
   
             - Un período Neolítico de motivos naturalistas y tonos rojizos.
     
             - Otro período datado de la Edad del Bronce, con tonos más anaranjados y azulados.

Las primeras pinturas de la zona fueron encontradas por un Ayudante de Ingenieros de Montes de origen irlandés, llamado E. O'Kelly, en el año 1.917 durante la realización de unos trabajos en la llamada Peña del Escrito. Desde entonces se han hallado más de 170 figuras por esta zona, repartidas en una docena de abrigos de roca.

Mano rupestre en el Abrigo de la Fuente de Selva Pascuala.

No se ve bien, pero en el centro de la imagen hay un motivo soliforme, también del Abrigo de la Fuente de Selva Pascuala.

Cartel explicativo del abrigo de la Fuente de Selva Pascuala. 

Disposición de las pinturas sobre el abrigo.

Vídeo de mi llegada al abrigo de la Fuente de Selva Pascuala (sí, me salté la primera valla para poder verlas)
Disculpas por el pulso de octogenario.

Después de visitar éste abrigo, cogí los caminos que discurrían en dirección Este para ir a la siguiente parada: la Torre Balbina.

¿Recordáis la entrada anterior, en la que os hablaba del rodeno? Toda esta zona está en territorio rodeno y ésta siguiente parada es una muestra más del macromodelado de restos de sedimentos arrastrados por ríos hace 230 millones de años que decíamos que era característico de éste tipo de roca, formando esta vez una auténtica torre natural de unos 25 metros de altura.
Además, esta torre se encuentra junto a una elevación del terreno que nos ofrece un precioso mirador desde el que observar el curioso resultado de la erosión.

Torre Balbina desde abajo. Desde aquí no se aprecian del todo bien sus formas.

Hay que subir a la elevación que hay junto a la Torre Balbina para poder ver bien sus formas y su magnitud.

Tras la visita a la Torre Balbina, tocaba avanzar en dirección Sur durante un corto tramo para coger después otro camino en dirección Noreste rodeando un par de picos y situándome en disposición de bajar por el Vallejo de Marmalo donde buscaría otros cuatro abrigos con pinturas rupestres, en lo que es la zona más salvaje e inaccesible del recorrido.

Por aquí, tuve que luchar y mucho, con la maleza. Ha pasado ya un año y pico y aún lo recuerdo. Fue un palizón. No sé ni cómo conseguí salir de allí sin que la maleza me arrancase la ropa, la verdad. Según el mapa, hay un camino que recorre el Vallejo de Marmalo de Norte a Sur por el fondo de la rambla, pues bien, el mapa engaña. No encontré camino ninguno, sino una apretada selva de Jaras, Tomillos, Espliegos y demás plantas típicas del paisaje rodeno de la que me costó horrores escapar. Encima el sol ya apretaba y hacía un calor espantoso. Recuerdo que no había ni una mala veredilla de animales, ni un rastro de senda: nada. Llegué a la conclusión de que ni los jabalíes se metían por allí. Al salir de aquella pesadilla verde, tuve que tumbarme un rato a la sombra a recuperarme del esfuerzo.

Una vez superada esta dificultad, más abajo en el mismo Vallejo de Marmalo, ya había sendas por donde se encontraban los abrigos rupestres. Quiero añadir que estos abrigos los encontró en el año 1.963 Amado Ruiz, profesor de Villar del humo, junto a sus alumnos.

Aquí, me dejé algunos abrigos que no encontré, y otros que sí encontré (encontré las rejas que los protegen) pero donde no vi nada parecido a una pintura rupestre...

El que sí pude encontrar y disfrutar fue el tercer abrigo de esta zona, del cual os dejo unas fotos:

Figura de toro en colores reales.

Figura del Toro con contraste retocado para ver mejor su contorno y definición. Éste fue el dibujo que más me impresionó. A su derecha, tras la grieta de la roca, se ve también la figura de un ciervo o antílope.


En la parte superior se aprecia una secuencia de puntos.
Bajo ella, entre sol y sombra, se ve una figura parecida a un hombre con un arco. 

Panel explicativo del abrigo de Marmalo III. Habría que ir cambiándolo, ¿no?

Después de ver estos abrigos me dirigí hacia el Oeste, pasando al Sur de de la Peña del Escrito donde E. O'Kelly encontró el primer abrigo rupestre de la zona. Tendré que volver algún día a ver este abrigo, así como el del Castellón de los Machos (al Norte del Vallejo de Marmalo) ya que en esta visita me los dejé pendientes...

Ahora el objetivo de mis esfuerzos se centraba en llegar a la Torre Barrachina. Aquí el relieve se suaviza, y dejamos los cerros atrás, caminando junto al Río Mesto, que en esta época llevaba poca agua.

A lo lejos ya se ve algo. Algo como lo siguiente:

Torre Barrachina, en la orilla del pequeño Río Mesto, que está a la izquierda de la imagen.

¿Qué pinta este torreón solitario aquí? Eso mismo me pregunté yo... e, investigando después, encontré que se trata de una torreta de construcción árabe que data del S. XI y que con sus 12 metros de altura servía de atalaya defensiva y de vigilancia de las Cañadas por donde transitaba el ganado. Más tarde, durante la reconquista sirvió para custodiar los antiguos pasos entre reinos. Por definirlo de alguna manera: se trataría de un antiguo puesto defensivo avanzado.


Torre Barrachina, sobre una orilla algo elevada del Río Mesto.

Dando un rodeo a la Torre Barrachina.

A los pies de la torre.
Junto a la torre, en un embalsamiento de agua cercano encontré esta ranita bermeja, que ya apreció en la entrada dedicada a los Animalejos y Plantas con los que me cruzo en mis caminatas.

Rana Bermeja del Río Mesto, en Villar del humo.

Tras este último punto obligado de visita, ya sólo me quedaba volver hacia el Norte de nuevo hasta Selva Pascuala, remontar la ladera hasta el Collado de la Losa y bajar de nuevo en dirección al Río Cabriel por el otro lado.

Fotografía tomada bajando del Collado de la Losa hacia el Río Cabriel.

Una vez en el puente que cruza el Cabriel, me hice éste selfie para dar como concluida la ruta por las pinturas rupestres de Villar del Humo y vuelta a casa.

Alma Errante cruzando el Río Cabriel ya de vuelta al coche.

Como dije al principio, me salieron 18 kilómetros y pico de recorrido, con un desnivel positivo acumulado de 700 y pico metros (tengo guardado el track) lo cual no está nada mal para ponerse a tono...

Por último, os dejo el mapa del recorrido y os insto, si no lo habéis hecho aún, a visitar las pinturas rupestres de esta zona, pues son únicas y merece la pena hacerse una idea de cómo los antiguos habitantes de este lugar se sentían en este entorno de formas caprichosas de rodeno y extensos pinares. Eso sí, siempre con respeto y procurando dejar el entorno tal y como lo encontramos, o mejor aún si es posible.

Mapa final del recorrido. Pulsar sobre la imagen para ampliar.

¡Hasta la próxima entrada, lectores errantes!

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