domingo, 9 de febrero de 2020

Sima Juan Herranz I: visita a la Sala (Valsalobre)


Vamos con una de las míticas. Una vertical, esta vez. Vamos a visitar una parte de la Sima Juan Herranz I, en la Serrezuela de Valsalobre.

Desde hace tiempo se hacen prácticas en ella para iniciarse a la parte vertical de la espeleología (más concretamente, desde los años 80) en la zona que nosotros recorrimos. Es grande, por tanto, el número de personas que pasan por ella cada año. Tanto, que ya tiene dos negros sucesos en su haber. El primero de ellos se produjo en 2008. Dejo aquí el enlace a la noticia: https://www.europapress.es/sociedad/sucesos-00649/noticia-fallece-hombre-espeleologia-cuenca-caer-altura-100-metros-20080427113730.html



Dos fallecimientos en la misma sima. Sí, pero no se alarmen. Como he dicho, es debido al gran número de personas que baja a ella cada año. Es simple estadística (y mala suerte...). De hecho, si fue elegida en los años 80 como 'sima de prácticas' es porque la primera parte, la que recorrimos nosotros, no presenta demasiada dificultad. Y además, bajar tiene una justa recompensa, ya que las formaciones de la Sala son dignas de admirar...

Por ello, el pasado martes 28 de enero: un día lluvioso, frío y con niebla... nos dirigimos a ella Hermano Errante, el compañero Antonio (a.k.a. Hantonido, a.k.a Debris Flow) y un servidor; a la Serrezuela de Valsalobre, en Cuenca (aunque en algunas noticias se empeñaban en poner que pertenece a Villanueva de Alcorón, Guadalajara. Lo cual no es cierto).

Nuestra misión: atascar el coche de Hermano Errante en el barro (¿alguien nos dona un todoterreno?), andar unos 3 kilómetros entre la niebla, y zonas con nieve, hasta la boca de esta cavidad (bellamente decorada de helechos colgando sobre un pozo oscuro de 100 metros de profundidad), meternos  a inspeccionar la Sala, a 45 metros bajo la fría superficie y volver para contarlo.

Pues bien... se puede decir que cumplimos con nuestra misión.

Vamos con los pormenores. Al llegar a la zona alta del camino, donde sale otro hacia el refugio de la Torreta, decidimos dejar el coche, ya que el tramo siguiente tenía mucha nieve. Al dar la vuelta... atasco. A empujar y embarrarse. Cosas de la aventura...

Tras sacarlo del fango (tampoco fue para tanto... un par de empujones y listo) toca vestirse el traje de los domingos (mono, casco, botas de goma y toda la indumentaria de espeleo) y después andar entre la niebla un buen rato hasta la boca de la sima. No pongo lugar ni como llegar porque se encuentra fácil buscando en internet.

Vídeo de la boca de esta sima.

Una vez allí, montar una cuerda auxiliar de aseguramiento para bajar al árbol donde se ancla el primer seguro del que te descuelgas.

Hermano Errante montando la línea de descenso mientras Antonio observa.

Maniobrando

Hermano Errante monta el tinglado.

Vamos a hacer lo siguiente:

Línea de descenso hacia la Sala Alvaro Azañón y, de ahí, a la Sala. Topo del Grupo Viana.

Ancla la cuerda desde el  árbol a la cabecera, y empieza a bajar mientras yo le sigo por los 7 fraccionamientos que tiene esta primera parte de la sima. A su vez, Antonio me sigue por arriba. Bajamos mojándonos del goteo constante que hay de arriba (entre la nieve derretida y el 'calabobos' que caía).

 A mitad del primer tramo del gran pozo de 98 metros (del que nosotros bajamos 45).

Antonio bajando el último tramo.

Ya estamos en la rampa. Lo explico: desde el último fraccionamiento se llega a una rampa, muy inclinada, que conduce bruscamente a la segunda parte de este gran pozo de casi 100 metros. Nosotros hemos descendido 45, y Hermano Errante ha anclado la cuerda de bajada a un pasamanos para salir con seguridad de esa rampa. Bajo, y grabo a Antonio mientras baja:

Vídeo desde la rampa que va a los otros 53 metros de pozo.

Paralela al pozo de bajada donde detenemos nuestra progresión vertical hay una sala: la Sala Alvaro Azañón. Me asomo a ella y veo depósitos de guano (excrementos de murciélago). En un techo veo una gran colonia, y advierto a mis acompañantes de que no hagan ruido ni les alumbren directamente con las linternas para no despertarlos de su hibernación (aunque, a día de escribir estas líneas, 31 de enero, he visto 3 murciélagos volando al anochecer... lo cual no me parece normal ni lógico, pues no hay mosquitos de los que alimentarse, ¿no?).

Al fondo de esta Sala Álvaro Azañón, nos encontramos con la otra parte del pozo, de 53 metros (98 en total), que conduce a la zona más baja de esta sima (tras descender después otro pozo más de 14 metros).

Sala Alvaro Azañón y los otros 53 metros de pozo vistos desde un extremo de ésta.

Vamos a lo que hemos venido, a deambular por la Sala.

Me asomo a ella mientras Hermano Errante ya está bajando y Antonio le sigue.

Primera vista de la Sala.

Primera vista de la Sala.

Nos internamos, bajando entre estalagmitas horadadas por goteos que caen constantes del techo:

La Sala desde su parte baja.

Hay una espectacular formación colgando sobre una colada que ocupa el centro de la gran estancia.

Gran formación en el centro de la Sala.

Escala de la formación.

Antonio haciendo un poco el troglobio.

Hay otra gran columna a la derecha de la central:

Otra vista de esta parte de la Sala.

Y un lago de aguas cristalinas (salvo por algo de calcita en suspensión) con el techo ribeteado de estalactitas y el suelo minado de estalagmitas. Un rincón indescriptible. Aunque, visto en vídeo, se puede percibir algo de la magia de este lugar. A ver qué les parece...

Lago grande. Impresionante lugar.

Desde luego, no es como estar allí. Pero vale para hacerse a la idea.

Hermano Errante posando junto al Lago Grande.

Otra de las partes de esta Sala.

Yo, anidando en un bello rincón.

Con otra luz...

En éxtasis (o casi...)

Pequeñas formaciones sobre columnas.

En fin, que dejamos atrás este rincón de la Sala y nos dirigimos hacia otra pequeña sala contigua, en la parte más alejada del pozo de entrada.

Me adentro en ella con Antonio. Llegamos al final, y vemos una gatera. Miro la topografía, y veo que en ella pone que se hace impenetrable. Antonio entra, pero tras avanzar y meterse en otra salita, dice que no tira y vuelve a salir.

Parte final de la Sala y gatera.

Tras esto, volvemos a la Sala, pero intentamos tomar un itinerario distinto. Al pasar junto a la base de la columna central, por la parte de atrás mi hermano da con la placa.

Otra preciosa parte de esta Sala.

Es la placa colocada por los compañeros de la Asociación Espeleológica Conquense Lobetum en memoria a su ex-compañero Javier Molinero. Me comentó mi padre, que estuvo allí cuando la bajaron para instalarla, que durante el transporte por el pozo la placa sufrió un golpe y llegó a la Sala ya partida...

Por cierto, Javier Molinero tiene una galería con su nombre en la Sima SC-35.

Placa en memoria de Javier Molinero, tras la columna central de la Sala.

Nos dirigimos ahora a asomarnos al Pozo de las Perlas, que es un pozo paralelo al principal de acceso, que baja hasta un lago que lo ocupa en la totalidad de  su sección. No pretendemos bajarlo. No tenemos material suficiente. Esta expedición se limita a recorrer la Sala ya que hace falta más cuerda y mosquetones de los que tenemos en nuestro equipo personal para descender a las zonas inferiores. Por eso, dejamos pendiente alguna visita futura a esta cavidad para entrar hasta más abajo...

Parte de atrás de la columna central y la placa colocada allí 
por los compañeros de Lobetum (entre ellos Padre Errante)


Formaciones en la parte de la Sala que conecta con la Galería de Arcilla.

En fin, que rodeamos la Sala por el fondo, hasta llegar a una zona llena de arcilla. Mucha, mucha arcilla.

Por eso se llama la Galería de Arcilla. Hay tanta, que a algun@ que pasaba por allí le dio por moldear cosas con ella para entretenerse (como si admirar las formaciones de caliza no fuese suficiente)

Formaciones antrópicas.
En fin...

Estalagmita a punto de unirse con su correspondiente estalactita.

Banderas en un lateral de la Sala.

En este punto, llevo el móvil a tope de su capacidad, y no puedo hacer más vídeos. ¡Ouch!

Pasamos por un paso expuesto que salva un pequeño pozo y nos encontramos con un pasamanos que salva un pozo de 20 metros que no lleva a ninguna parte. Aquí nos quedamos. Sin material para bajar a ver el agua turquesa cristalina del Pozo de las Perlas, que está al otro lado de este pasamanos fijo, nos contentamos con llegar hasta aquí. Media vuelta.

Hacemos, más o menos el recorrido que sale marcado en la Topografía en planta de esta parte de la Sima Juan Herranz I.

Topografía en planta de la Sala y nuestro recorrido por ella marcado en rojo. Topografía editada por Viana.


Volvemos por la Sala, subimos hasta la base del pozo de entrada y vamos saliendo: yo primero, Hermano Errante después y Antonio desmontando mosquetones y nudos, y recogiendo la cuerda.

Antonio desmontando el tinglado.

Una vez todos arriba, toca lidiar con la niebla, el barro y la nieve hasta el coche; quitarse el traje de faena (despelotarse en Enero, y a la fresca, a 1390 metros de altitud para ponerse ropa seca) y volver a conducir sobre barro y algo de nieve hacia algún lugar más seguro y cálido.

Misión cumplida.

Selfie para hacer tiempo mientras sube el resto.


Como colofón, y a pesar de que hay más grabaciones de esta cavidad por la red, os dejo el enlace al vídeo que he subido a YouTube: 


Y, me despido casi ya... no sin antes deciros que la siguiente es la entrada nº 50...

¡Hasta la próxima!

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