miércoles, 28 de noviembre de 2018

Barranquismo en Cantabria - Garganta del Calera

Hoy vamos con una de barranquismo en seco, fuera de nuestra provincia de Cuenca.

Vamos a mostrar algunos rápeles de la Garganta del Calera en su tramo inferior, en el municipio de Ramales de la Victoria (Cantabria) el cual descendí junto a Hermano Errante este verano pasado.

Nuestra intención, en un principio, era la de descender los dos barrancos que se encuentran en las inmediaciones del desfiladero de la Hermida, éstos son: barranco de Navedo y barranco de Cicera, que son muy acuáticos y en un entrono realmente espectacular, pero finalmente tuvimos que abandonar ese plan principal, dado que la carretera que une Potes con la Hermida, por donde teníamos que pasar, se encontraba cortada por obras; y dar un rodeo de tropecientos kilómetros no nos pareció una opción interesante... de modo que nos desplazamos desde Potes hasta Ramales de la Victoria, donde esos días aprovecharíamos también para hacer unas cuantas cuevas, que ya os mostré en entradas anteriores que formaban una trilogía de espeleología en Cantabria. Aquí las tenéis, por si queréis recordarlas: parte 1, parte 2 y parte 3.

Pues bien, este descenso se inicia en las inmediaciones de la Pared del Eco, un muro calcáreo impresionante de unos 250 metros de altura, que se encuentra a poco menos de 3 kilómetros al sur de Ramales de la Victoria en la carretera que une esta población con la de Lanestosa. Aquí el Río Calera, que hace de frontera entre el cántabro Valle de Soba y el vizcaíno Valle de Karrantza, suele llevar el agua subterránea, trayendo caudal solamente en época de fuertes lluvias. Y, menos mal...

A este barranco, buscando información por la red, lo definen como un descenso fácil, e incluso en alguna página de deportes de aventura dice que hacen 'descensos de iniciación' en este entorno. Y, que le pregunten a Hermano Errante, si nos pareció de iniciación o un sitio donde un pequeño error te puede costar caro...

Debe ser que no estamos acostumbrados a los barrancos del norte, pero la verdad es que no nos pareció muy adecuado para la iniciación en esto del barranquismo, y eso que iba totalmente seco... in situ, juzgamos que con un buen caudal de agua debía ser una locura suicida meterse en este descenso.

Hay que señalar que la instalación en las cabeceras de los rápeles, fijadas con químicos, están en bastante buen estado, aunque en algunos puntos es algo insuficiente (en uno de los rápeles más altos era bastante delicado subirse a montar la cuerda en la cabecera). Lo que deja mucho que desear en este lugar es la limpieza. El cauce por el que transcurre el descenso está lleno de deshechos provenientes de los pueblos que se encuentran más arriba, y es una pena que un lugar tan agreste y bonito esté tan lleno de desperdicios, plásticos, ruedas, cubos, botellas, latas y demás.

Y ya, sin más dilación, vamos con algunas fotos y un pequeño vídeo-resumen de este descenso, bonito pero delicado, y con muchos puntos donde la roca resbalaba como hielo y había que destrepar buscándose las mañas como fuese.

Mirada atrás después de haber pasado bajo el puente por el que cruza la carretera que nos lleva hasta este barranco.
Esta primera zona está encajonada y es bastante estética, pero no cuenta con rápeles hasta un poco más adelante.

En este primer sector nos metemos en el barranco y avanzamos pegando patinazos entre grandes bloques desprendidos primero, y luego por un tramo más encajonado y con pequeñas pozas que tenían algo de agua. No había rápeles, pero sí un par de destrepes delicados. Esta zona es muy oscura por lo cerrado del barranco y la exuberancia de la vegetación que lo rodea.

Justo a la izquierda de la foto anterior, en esa misma pared, hay una curiosa cueva labrada en la roca. No llevábamos más luz que las de los móviles, pero nos adentramos para echar un vistazo. A pesar de que el cauce estaba seco, dentro había muchísima humedad y te hacía resbalar por todas partes. Al buscar información antes de meternos en el barranco, leímos que dicha cueva vuelve a conectar con el barranco más adelante, pero que si tomas este camino, te pierdes el rápel más alto y estético de este descenso... de modo que volvimos a salir al exterior por donde habíamos entrado y seguimos avanzando por el cauce.

Aquí nos encontramos con el primer rápel, de unos 8 metros y en una zona de roca muy, muy, muy resbaladiza.

Yo dispuesto a bajar por este primer rápel que habíamos montado con la cuerda en doble, para ahorrar tiempo en la recuperación de la cuerda y evitar que se enganchase en algún saliente.
Los rápeles no eran parecidos en nada a los de Cuenca, y nos movíamos con más cautela de la habitual.

Después de este primer rápel de 8 metros estaba la cabecera del 2º rápel, el cual era el más alto de todo el descenso, con 15 metros. Hermano Errante montó la instalación y bajé yo el primero.

Después de estos dos rápeles quedamos a los pies de la salida de la cueva que habíamos visto más arriba. A partir de este punto el barranco se abría y había más luz. Esta zona en la que nos adentrábamos ahora estaba salpicada de grandes bloques de piedra desprendidos por todas partes y tenía bastantes más destrepes resbaladizos que rápeles.

Hermano Errante tras salvar uno de los numerosos destrepes que jalonaban este segundo tramo del barranco.
También había rápeles, pero ya de menor envergadura.

En este punto tuve un problemilla y, tras estar a punto de arrancarme la camiseta, decidí terminar el descenso con ella guardada en la saca. Decir que, si llevas ropa holgada (como era mi caso) no es difícil que ésta se enganche entre la cuerda y el descensor ocho (que es un poco lo que me pasó a mí) y nos puede dejar bloqueados en algún punto comprometido... de modo que, opté por quitarme la camiseta que traía, tras sufrir dos pequeños enganchones, e hice el resto del barranco sin camiseta. ¡Suerte que no hacía nada de frío!

Ya sin camiseta. Creo que este era el tercer rápel del descenso, un R9 (es decir, un rápel de 9 metros)
Detalle de la instalación. Solemos bajar en simple y con el descensor empotrado en el anclaje de la cabecera del rápel, es decir, en simple desembragable con ocho empotrado. En caso de haber algún problema o quedar bloqueados en el descenso, el compañero que está en la cabecera puede soltar cuerda poco a poco y descolgarnos, o ajustar la cuerda a la base del rápel para que podamos seguir descendiendo. También probamos a hacer algún rápel con la cuerda en doble, pero lo más habitual es que bajemos con ésta técnica de ocho empotrado desembragable. El mosquetón naranja es el de la saca donde llevábamos la cuerda, la cual se debe anclar siempre a la reunión para evitar que se caiga y nos deje sin cuerdas para salir del cañón.

Esta zona estaba llena de bloques muy lavados que resbalaban muchísimo. Había también algunos puntos en donde nos volvíamos locos buscando instalaciones de cabecera que no estaban por ninguna parte, lo que nos obligaba a destrepar encajándonos entre grietas para procurar no resbalar y caer. En resumen, que este barranco se nos hizo bastante físico, aunque sin llegar a agotarnos.

Así seguimos avanzando hasta llegar al último rápel, una caída de 12 metros en un entorno donde el color verde intenso parecía querer engullir todo a su alrededor.

Hermano Errante preparándose para hacer el descenso del último rápel de este barranco.

Tras este rápel de 12 metros aún nos quedaba una larga sucesión de destrepes y de caminar por el cauce, hasta dar con un puente por donde la carretera sortea el Río Calera, y éste desemboca en el Río Gándara, marcando aquí el final de nuestro recorrido.

Creo que tardamos algo menos de 3 horas en completar este descenso que, a pesar de lo leído por ahí, donde se decía que era muy fácil, incluso de iniciación, a nosotros nos pareció peligroso, y donde tuvimos que ir con pies de plomo para evitar un resbalón que pudiera causar alguna lesión y el consiguiente problema para salir del barranco.

Además, yo sigo pensando que, meterse en este barranco con algo de caudal, debe de ser una locura de las grandes...

Antes de despedirme, os dejo un vídeo-resumen con los 3 o 4 vídeos que grabé a Hermano Errante mientras bajaba los primeros rápeles, y os dejo también por aquí el plano del lugar y el recorrido realizado.

Vídeo-resumen de este descenso del Calera en su tramo inferior.

¡Y, ahí va el plano!

Aquí he marcado el recorrido en amarillo, que iba en dirección noroeste. La salida desde el párking de Covalanas y final en el puente que hay justo antes de la unión del Río Calera con el Río Gándara. Desde ahí, había que recorrer 2 kilómetros de vuelta por la carretera hasta el párking donde habíamos aparcado.

Y nada... espero poder hacer algún día los barrancos de Navedo y Cicera, que se nos quedaron en el tintero... aunque, con el descenso del Calera inferior, nos quitamos el mono de barranquismo y nos enfrentamos a un cañón muy diferente a los que estamos acostumbrados por nuestra tierra.

¡Bueno lectores errantes, hasta la siguiente aventura!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres dejar un comentario? ¡Éste es tu espacio!