martes, 23 de octubre de 2018

Ascenso a la Cruz de los Tres Reinos y descenso del Barranco de las Clochas (Hoya del Peral, pedanía de Salvacañete)

¡Buenas de nuevo Lectores Errantes!

Hoy os traigo una entrada doble sobre la pequeña pedanía de Hoya del Peral, perteneciente al municipio de Salvacañete. Esta entrada doble trata de un ascenso invernal (en Diciembre de 2017) a la Cruz de los Tres Reinos, de 1.557 metros de altitud, y un descenso deportivo del Barranco de las Clochas (también llamado Barranco del Pino) realizado este mes de Octubre (el pasado día 20) junto a Hermano Errante.

La primera parte trata de un ascenso desde la carretera N-420 hasta la pedanía de Hoya del Peral, pasando de largo esta pequeña aldea y siguiendo dirección Norte hasta estar a la altura de la Cruz de los Tres Reinos, a donde ascendería para estar en 3 provincias al mismo tiempo. ¿Qué es esa 'Cruz de los Tres Reinos'? Si no lo sabéis, seguid leyendo para averiguarlo...

En mi primera incursión me planté en Salvacañete justo al amanecer y recorrí el PR-CU-99, llamado 'Sendero de las Almas' (porque rodea el llamado Cerro de las Almas, al Oeste de la población). En poco más de una hora y media ya me lo había ventilado. Era Diciembre y hacía un frío glacial, pero me supo a poco este sendero de 6 kilómetros tan solo. Además, en su trazado no se visitaba ningún rincón curioso o especialmente digno de admiración. Por ello, una vez completada esta ruta decidí acercarme a la pedanía de Hoya del Peral, situada al Noreste de la población de Salvacañete.
Dejé el coche al comenzar el camino que da acceso a esta aldea y me puse a andar. Al poco vi que a mi derecha se abría un impresionante barranco e intenté ascender por él hasta la Hoya del Peral en lugar de seguir el camino.

Esta sería la vista aérea del Barranco de las Clochas desde encima de Hoya del Peral, mirando en dirección Sur.
Imagen tomada de Google Earth. Abajo a la izquierda se ve el nombre del pueblo escrito con piedras apiladas.
Aquí vino el primer problema. Me topé de lleno con la última cascada del descenso de este barranco, de 10 metros de altura. Por aquél entonces conocía de oídas la disciplina deportiva del Descenso de Barrancos, pero aún no me había metido en ese maravilloso mundillo... de modo que me dí la vuelta y ascendí de nuevo al camino que me conduciría a Hoya del Peral, bordeando este barranco.

Vídeo de la parte central del Barranco de las Clochas desde arriba.

He de decir que el aspecto de este barranco me encantó, y decidí que otro día volvería para intentar descenderlo por su cauce, lo que no sabía es que tendría que aprender técnicas de progresión con cuerdas y esperar casi un año para hacerlo finalmente.

Como mi intento de subir por el barranco se vio frustrado, continué por el camino, que pasa junto a una cantera de la que se sacan bloques de piedra para construcción.

Pequeña cantera junto al camino, justo antes de llegar a Hoya del Peral.

Ya estaba en la aldea. Paré a comerme el bocata en el poyo (banco de piedra, para los profanos) de una casa abandonada (como lo están la mayoría en esta aldea) y después me dirigí en dirección Norte por un camino que discurre entre campos de cultivo. Había algo de nieve en las umbrías que delataba las huellas de un zorro que había recorrido gran parte del camino que yo estaba recorriendo ahora.

Huellas de zorro de camino a la Cruz de los Tres Reinos.

En esta zona hay un gran yacimiento fosilífero y es muy común ir encontrándose fósiles (sobre todo de ammonites) casi a cada paso que se da. Hice fotos a algunos de los que me vi:

Pequeño ammonite.

Gran ammonite fragmentado.

Es increíble la cantidad de fósiles que se pueden ver en esta zona.
Hace cientos de miles de años esto era una pequeña almeja y aquí, a 1.300 metros de altitud, había un mar.


Otro fósil incrustado en la roca.

El camino iba ganando altura poco a poco. En todo este trayecto se hacía por un camino paralelo al Arroyo de los Urdiales, que estaba completamente seco. Este es el arroyo que formó al Sur de la Hoya del Peral el imponente barranco por el que no había podido transitar en esta ocasión.

Ya estaba llegando a la altura de la Cruz de los Tres Reinos y aquí debía desviar mi rumbo hacia el Este y superar un desnivel aproximado de unos 120 metros para ascender al cerro donde se encuentra este enclave histórico.

Panorámica a los pies del cerro donde se encuentra la Cruz de los Tres Reinos.
Subir esta loma no era nada complicado y en poco tiempo estaba ya en este cruce de reinos. Ahora es cuando procede aclarar de qué se trata la llamada 'Cruz de los Tres Reinos'...

La Cruz de los Tres Reinos es el lugar donde convergían los antiguos reinos de Castilla (actual provincia de Cuenca), Valencia (actual Rincón de Ademuz, perteneciente a la Comunidad Valenciana) y Aragón (actual provincia de Teruel). La tradición cuenta que en este punto se reunían en la Edad Media los monarcas de Castilla y Aragón (que incluía la actual Comunidad Valenciana) para dirimir sus problemas en la confluencia de sus reinos. Territorio neutral.

Allí, tomé unas cuantas fotos como las que siguen:
Panorámica desde la Cruz de los Tres Reinos mirando hacia el Oeste (hacia la provincia de Cuenca).
Pulsar imagen para ampliar.

Paneles que indican las rutas de senderismo que recorren estos parajes. Detrás está el vértice geodésico.

Desde aquí arriba se veía la Sierra de Javalambre con sus picos nevados.
Desde ahí emprendí el regreso por el mismo camino hasta la carretera N-420 para volver al coche y dirigirme de nuevo a Cuenca tras pasar una agradable mañana de frío por la Serranía Noreste de Cuenca. Dejo por aquí el mapa del recorrido.

En amarillo está marcada la ruta de mi intento de acceder al Barranco de las Clochas desde su parte final. Como no pude hacerlo, tuve que volver al camino principal que conduce a la Hoya del Peral y de ahí seguir en dirección Norte hasta la Cruz de los Tres Reinos. Pulsar la imagen para ver el detalle.
Ahora, vamos con la segunda parte de mi periplo por estas tierras. Para ello vamos a dar un salto en el tiempo, ya que la siguiente acción se desarrolló durante este fin de semana pasado (el 20 de Octubre de 2018). Tras sufrir un par de días de lluvia constante en Cuenca, Hermano Errante y yo decidimos ir a hacer el descenso del Barranco de las Clochas, el cual me había enterado de que contaba con instalaciones para montar cuerdas y superar una serie de rápeles hasta llegar al lugar por donde no pude subir la primera vez que me acerqué a este paraje. Me impidió el paso una vez, pero ahora iba a pasar por ahí, sí o sí.

Preparamos neoprenos, arneses, croquis del descenso, descensores 'ocho' y demás material de barranquismo, y nos fuimos para allá a primera hora de la tarde. Tras aparcar el coche justo a la entrada de la aldea de la Hoya del Peral y ponernos todo el equipo, nos metimos en el barranco, que a pesar de las lluvias no llevaba caudal de agua... hasta el último rápel; aunque las pozas si tenían agua turbia.

Vista del barranco desde el punto de acceso, junto a la aldea de Hoya del Peral.

El primer tramo era el más estrecho del recorrido, con las paredes del barranco apenas separadas 2 metros la una de la otra.

Hermano Errante feliz de volver a los barrancos tras 2 meses sin pisar uno.

Aquí había un pequeño resalte de 2 metros destrepable que en la reseña no salía marcado como rápel, pero que estaba montado con un parabolt con cadena y anilla, así que, en lugar de destreparlo, lo rapelamos.

Alma Errante en el primer resalte-rápel de sólo 2 metros de altura.
Tras esto nos encontramos con el primer rápel marcado en la reseña (suponemos que el primero, de 2 metros, no estaba equipado cuando hicieron el croquis del barranco y lo incluyeron en una re-equipación reciente). Éste segundo rápel salva un desnivel de 3 metros. El primero lo había montado Hermano Errante, de modo que en éste me tocaba montar la cuerda a mí. La monto y Hermano Errante desciende el primero:

Hermano Errante en el rápel de 3 metros marcado en la reseña como R1 (rápel nº 1 del descenso)

Yo bajando el rápel de 3 metros que me había tocado montar.


Por esta primera zona había tramos de destrepe y pozas con poca agua hasta llegar a un pasamanos montado en fijo para evitar una badina bastante profunda (el pasamanos está montado ya que, al ser un barranco habitualmente seco, cuando el agua está estancada mucho tiempo no es recomendable, ni agradable, meterse en ella. Con este pasamanos se salva este obstáculo sin mojarse de agua putrefacta)

Yo progresando por el pasamanos fijo.
Hermano Errante gestionando el pasamanos que evita una poza profunda.

Después venía un rápel de 9 metros. Éste lo montó Hermano Errante y lo descendí yo primero. Es norma entre los barranquistas que, el que monta el rápel se quede en la cabecera (lugar donde está la cuerda anclada a la pared) hasta que todos han bajado, y bajar el último. Y, así lo hacemos siempre.

Aquí ando, enfrentándome al rápel de 9 metros.

Hermano Errante haciendo el rápel de 9 metros con más soltura que yo.

El siguiente también lo montó Hermano Errante y lo descendí yo el primero. Aquí ya había 15 metros de desnivel que salvar. Puse en juego la integridad de mi teléfono móvil al resbalar y caer al agua una vez había acabado de rapelar y llegado a la poza... (sí, se llegó a mojar entero, pero aún funciona. ¡Gajes del oficio, oiga!)

Yo ensacando la cuerda mientras Hermano Errante me graba y se ríe del resbalón que me hizo calarme entero, móvil incluido

Aquí hubo un punto donde dudamos bastante, ya que había que descender un rápel de 4 metros desde el que no veíamos el anclaje para después bajar un rápel de 15 metros que enlaza con éste. Estuvimos a punto de sacar nuestro equipo de burilar (martillo, spits, chapas y demás) para montar nuestro propio anclaje y salir de esa situación comprometida, pero al fin, tras descender el de 4 metros y plantarnos en la cornisa que da salida al rápel de 15 enlazado, encontramos el anclaje al que teníamos que amarrar nuestra cuerda para superar esta caída vertical.

A partir de este punto había que caminar por el cauce durante unos 100 metros (eso pone en el croquis del barranco, pero creemos que esa distancia era mayor).

Llegados aquí, quiero hacer un apunte: el barranco estaba muy sucio desde su comienzo, pero aquí llegaba al culmen cuando encontramos un coche destrozado en medio del cauce y los cadáveres de decenas de cabras que aún no nos explicamos cómo habían llegado allí. En una zona más arriba de ésta ya me había dedicado a apartar una rueda de camión del cauce (había otra que no pude mover) y Hermano Errante había retirado a su vez varios plásticos y cuerdas que nos encontramos mientras avanzábamos. Cubos de metal abollados, trozos metálicos oxidados, bolsas, ruedas... había de todo. Es una pena que estos parajes tan poco transitados, y que por ello deberían mantenerse prístinos y limpios, actúen de colectores de la basura humana de los alrededores cuando baja una rambla de agua y acumula desechos que deberían estar en una planta de reciclaje y no en un paraje agreste y de difícil tránsito como éste. Quizá muchas personas no puedan, o quieran, meterse en estos sitios... pero su basura sí que llega a ellos. Mal asunto.

Por otra parte, y cambiando de tema, la instalación del equipamiento para realizar el descenso deportivo de este barranco está en perfectas condiciones y se ve que el barranco fue re-equipado hace poco tiempo. A pesar de no ser un descenso muy conocido, ni acuático, la disposición de los anclajes está muy bien pensada para que las cabeceras de los rápeles duren mucho tiempo y aguanten grandes riadas (que aquí raramente se darán...) que podrían arrancarlos al arrastrar troncos y piedras si estuviesen colocados en mal lugar.

Ya sólo nos quedaba el descenso del último rápel, de 10 metros de altura. Me enfrentaba ahora al muro que me impidió subir por el cauce de este barranco cuando estuve por la zona la primera vez en Diciembre de 2017. Ahora estaba completando su descenso integral. Un reto más, cumplido.

Descendiendo la pared que me impidió acceder a este barranco la primera vez que lo vi, cuando aún no hacía barranquismo.

Único rápel con algo de agua del día. Octavo y último rápel del descenso del Barranco de las Clochas (o barranco del Pino)
Como conclusión final, éste es un descenso con más 'chicha' de la que parece a priori (me refiero a nivel deportivo, ya que las vistas del entorno son realmente espectaculares desde casi cualquier lado) y que nos sorprendió con bonitos rápeles que no nos esperábamos encontrar en esta zona. Un barranco para coleccionistas, con buenas instalaciones de anclajes y al que, por poner una pega, lo único que le haría falta es un caudal constante.

También cabe destacar y repetir, en el aspecto negativo, la gran cantidad de basura acumulada en este barranco.

He montado un vídeo-resumen con música, de algo menos de 3 minutillos, con los vídeos que fui grabando con la action cam durante el descenso. Echarle un ojo a ver qué os parece:

Vídeo-resumen musical del descenso. Tomas grabadas con la 'action cam'.  He subido este mismo vídeo con una instrumental propia (en realidad es de Chemo, productor musical del colectivo InUnder) a Youtube, ya que vi que no había ningún vídeo de este descenso y puede interesar a barranquistas. Os dejo aquí el enlace: https://youtu.be/1Dyve2hB0vk 

Y finalmente, como siempre, os dejo un pequeño mapa con el recorrido realizado, y un enlace al croquis de este barranco aquí por si alguien se anima a hacerlo...

En rojo el recorrido deportivo del barranco de las Clochas (también llamado barranco del Pino) en Hoya del Peral (Salvacañete) y en amarillo el trayecto de retorno al coche. En total se van unas 2 horas y media entre descenso y retorno

Y ya vale, ¿no?

¡¡Hasta la siguiente aventura, Lectores Errantes!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres dejar un comentario? ¡Éste es tu espacio!