Los hechos acaecieron durante el domingo 4 de marzo de este mismo año. El día no era quizá el más propicio para subir a la Sierra de Albarracín, ya que llovía incesantemente desde mi salida de Cuenca antes del amanecer, pero esto no fue impedimento para llevar a cabo mi empresa: con meter el chubasquero en la mochila de ataque, este problema estaba solucionado. Así que, me preparé para andar bajo la lluvia y salí de casa.
Antes de llegar a mi destino, hice una breve parada en el monumento junto al nacimiento del Río Tajo, a pocos kilómetros de Frías de Albarracín, ya que llevaba bastantes años sin acercarme a este sitio. Aún quedaba nieve en los picos cercanos al Puerto del Cubillo y la temperatura era de unos 5 - 6 ºC.
![]() |
Monumento al nacimiento del Río Tajo, unos kilómetros antes de Frías de Albarracín. |
Total, que con el coche ya aparcado, las cosas guardadas en la mochila y el chubasquero puesto por encima de ésta, comencé a andar entre prados que rodeaban el cauce que debía seguir aguas abajo recorriendo una parte del trazado del sendero PR-TE 2 que va de Albarracín al nacimiento del Tajo, pasando por Calomarde y por Frías de Albarracín. Desde la Fuente del Berro, este sendero comienza siguiendo el cauce del río por su margen izquierda.
A esta lluvia que estaba cayendo se le sumaba el agua de deshielo de las nieves que habían caído durante las semanas anteriores y que me impidieron subir a realizar esta ruta unas semanas antes. Aquí el camino aún era llano y todo estaba encharcado, pero también verde y exultante.
![]() |
Panorámica del primer encuentro con el Río de la Fuente del Berro (también llamado Río Blanco), el cual seguiría aguas abajo durante todo el camino de ida. |
![]() |
Bellos pasajes entre pinares y el cauce de verdes aguas de este pequeño río. |
El sendero estaba bien marcado y señalizado. Más adelante se dividía en dos: uno cruzaba el río y se alejaba del cauce para bordearlo por una loma adyacente y el otro seguía por la orilla por la que, hasta ahora, había ido avanzando. Decidí cruzar el río y hacer el tramo en subida para volver más tarde por el camino que iba junto al cauce.
A pesar de haber pasarelas metálicas en algunos puntos, en este punto no encontré ninguna, de modo que busqué un lugar donde el cauce no fuese muy ancho, lancé la mochila a la otra orilla para ir más ligero y después salté esperando no quedarme corto y caer en el río, cosa que afortunadamente no ocurrió.
Después de esto la senda empezaba a ascender tras pasar junto a un viejo molino en ruinas, llamado Molino de las Pisadas. Esta senda se alejaba del río y subía hasta ir por el borde superior de esta hoz que pacientemente fue excavando el agua.
![]() |
Ya avanzando por el borde superior de la hoz. La suave llovizna me acompañaría durante la mayor parte del día. |
![]() |
Verdes pinares serranos. El río va encajonado por ahí abajo, por donde volvería más tarde andando sobre pasarelas metálicas. |
![]() |
Pliegues en las capas de caliza que forman la parte alta del barranco. Ahí había un camino que bajaba a la orilla del río nuevamente, aunque yo continué otro tramo por la parte superior |
El curioso pliegue de los estratos calizos de la foto anterior albergaba un pequeño abrigo de roca que aproveché para refugiarme un rato del fino e incesante 'calabobos' que caía.
![]() |
Yo venía de la parte de arriba a la derecha de la fotografía. El sendero que se ve en la parte de abajo fue el que tomé para la vuelta. |
![]() |
Panorámica desde la parte final del sendero que transitaba el borde superior de la hoz. |
Un poco más adelante el sendero comenzaba a bajar hacia el cauce de verdes aguas, llegando a un tramo de increíble belleza, con pequeños regatos de agua corriendo por todas partes.
El agua afloraba por todos los rincones y corría hacia el río, creando murmullos entre las rocas. El espíritu de las ninfas y náyades parecía habitar en este bello paraje.
![]() |
Pequeños regatos de agua bajaban por todas partes al encuentro con el cauce del Río de la Fuente del Berro. |
![]() |
Arroyos saltarines corriendo entre las piedras. |
Ya estaba a menos de un kilómetro del municipio de Calomarde. La llovizna no me daba tregua. No dejaba de caer, pero por lo menos tampoco parecía aumentar su intensidad, de modo que continué caminando tras hacer algunas fotos.
Se ve que el caudal que bajaba por el río era mayor de lo habitual, ya que hasta aquí llegué en absoluta soledad, pero a partir de este punto sí que me crucé con bastantes personas del pueblo que se acercaban hasta este mágico rincón para ver las cascadas y cursos de agua que la lluvia y la nieve habían alimentado los días anteriores.
Aquí el río parecía más profundo y las paredes de la hoz iban elevándose cada vez más hasta alcanzar los más de 200 metros de desnivel en el muro calcáreo que queda al oeste de Calomarde, llamado Alto de la Piedra. En este tramo se veían numerosos covachos y abrigos de roca.
![]() |
Grandes abrigos de roca afloraban por esta parte del recorrido a ambas orillas del río. |
![]() |
Otra de las pequeñas covachas de esta zona. |
![]() |
Panorámica del imponente Alto de la Piedra, elevado más de 200 metros, en su punto más alto, sobre el cauce del río. |
Vídeo a los pies del Alto de la Piedra, desde el paseo acondicionado junto al río, cerca de Calomarde.
Ya estaba en Calomarde, pero nada me llamaba a hacer una parada para conocer el pueblo (en mis rutas suelo evitar siempre que puedo las poblaciones, ya que no tengo apenas interés por la etnología), así pues, pasé de largo andando por la carretera que discurre en dirección Este hacia la siguiente población, y al salir del pueblo volví a los caminos que discurren junto a la orilla del río.
Ahora mi plan era llegar hasta la Cascada Batida de Calomarde, ya dejando atrás el sendero PR-TE 2 que hasta ahora venía siguiendo. Esta cascada se encuentra a unos 2,5 kilómetros de la población.
![]() |
Chopos cubiertos de líquenes amarillos junto al río, de camino a la Cascada Batida. |
El sendero junto al río se perdía un poco más adelante, por lo que tuve que recorrer el último kilómetro hasta la cascada por el arcén de la carretera, desde donde me fijé en un abrigo de roca en lo alto de una empinada ladera que me pareció un buen lugar para detenerme a comer tras ver la cascada, ya que en él me podría resguardar de la llovizna que durante todo el camino me venía acompañando.
Por fin llegué hasta el punto más alejado del lugar de aparcamiento en mi ruta: la Cascada Batida de Calomarde, también conocida como Cascada del Molino Viejo (al parecer había antaño un molino del siglo XV).
![]() |
Cascada Batida desde un mirador que hay arriba. |
![]() |
Precioso el aspecto de esta cascada con el agua que había caído. |
Vídeo desde el mirador, cerca de la carretera.
![]() |
Al pie de la Cascada Batida. |
Vídeo corto que grabé para apreciar el sonido y la fuerza del agua aquí.
Ya había visto la cascada y deambulado por sus alrededores, y después de varias horas andando bajo la lluvia, un hambre voraz me pedía una parada para comer. Volví entonces a la carretera en dirección a Calomarde, pero un poco más adelante paré, salí del asfalto y ascendí, no sin dificultad, por una empinadísima pedrera hasta llegar a la covacha que había visto anteriormente. A cobijo de la lluvia, que comenzaba por fin a remitir, me quité el chubasquero, me acomodé y me puse a comer.
![]() |
Vistas desde el abrigo de roca donde paré a comerme tranquilamente el bocadillo. |
Hasta aquí todo iba bien. Había llegado hasta mi objetivo y la lluvia empezaba a darme tregua.
Con las fuerzas renovadas tras echar combustible a la maquinaria, me puse otra vez en marcha desandando el camino andado. Pasé por el pueblo, volví al paseo junto al río, y llegué otra vez al rincón que me había cautivado al pasar por allí.
Como ya no llovía aproveché:
![]() |
Cauce donde el agua solo corre tras largos períodos de lluvias. Su topónimo es: Barranco Mingoma |
![]() |
Casi se podía oír las voces de náyades y ninfas jugueteando en estas puras aguas. |
En este rincón hice una parada y grabé un par de time lapse (tras una larga espera grabando, no quedaron del todo bien).
Aquí comenzó el drama.
Al hacer recuento de pertenencias... alarma. "¡Joder! ¡me faltan las llaves del coche!". Abro la mochila, busco, no están. Me rebusco por todos los bolsillos. Tampoco aparecen. Cojonudo... ¿cómo vuelvo yo ahora a Cuenca? No tengo ninguna otra copia de la llave: ni encima, ni en Cuenca.
Vuelvo una vez más sobre mis pasos mirando el suelo por el camino que lleva a Calomarde. No las encuentro. Paso de largo el pueblo y continúo en dirección a la Cascada Batida, pero antes de llegar a ella, recordando el último chequeo que hice de mis pertenencias, estoy seguro de que por este punto la última vez que pasé, aún las tenía en el bolsillo... de modo que vuelvo al pueblo. Me cruzo con un grupo de personas que vienen haciendo un trekking por mi mismo recorrido y les pregunto si han visto las llaves de un Toyota. No, no han visto nada, pero me dicen que irán atentos por si las viesen y en tal caso las dejarían en el bar del pueblo.
Voy al bar del pueblo (había pasado varias veces por la puerta) y les informo de mi problema. Les dejo mi número de teléfono por si alguien las encontrase y las llevase ahí. Para más inri, en todo el trayecto que he hecho desde que aparqué el coche no había cobertura móvil. Sólo aquí, el el pueblo de Calomarde había la suficiente para llamar. Llamo a Hermano Errante y le explico mi situación.
Le digo que voy a hacer otro intento de encontrarlas, y que si no lo consigo me bajaré hasta Frías de Albarracín y desde allí contactaré de nuevo con él para que suba a buscarme. La caminata se alargará más de lo planeado...
Vuelvo a encaminarme por la pista de tierra donde creía haberlas perdido, alejándome de Calomarde y de la cobertura móvil. Miro por todas partes. Nada. Ni rastro. Empiezo a desesperarme y la temperatura empieza a bajar. Recordemos que esto sucedió en marzo, donde la noche cae pronto.
Vuelvo a la pequeña cascada del Barranco Mingoma donde eché en falta las llaves, miro por la zona y... nada. Me resigno. Las doy por perdidas, de momento; así que me dirijo de nuevo en dirección al coche, sabiendo que por esa zona no las iba a encontrar.
Al llegar al punto donde el camino se divide, escojo la ruta que discurre junto al río, ya que al venir lo había hecho por la que va por lo alto de la hoz. Me encuentro con rincones preciosos, pero ya no los miro igual. Voy andando desesperado, a un ritmo frenético. Aun así, en algunos puntos me paro a hacer algunas fotos como las siguientes:
![]() |
Gorgas estrechas donde el agua fluía mansamente. Por fin salió un rato el sol, aunque ya no estaba de humor para disfrutarlo. |
![]() |
Aquí empezaba el tramo encajonado del río donde la progresión se hacía posible gracias a una estrecha pasarela metálica. |
![]() |
Otro bonito tramo donde el río discurría totalmente encajonado. |
![]() |
Tramo de la pasarela metálica. |
![]() |
Otro tramo donde se cruzaba a la margen derecha del río para continuar caminando por una senda con pasamanos fijados a la roca y escalones de madera sujetando el suelo. |
Ya pasado el tramo encajonado del río, seguí en dirección a la Fuente del Berro en cuyas proximidades tenía el coche aparcado... pero claro, sin la llave poco podía hacer, de modo que lo pasé de largo dejándolo a la intemperie y proseguí en dirección a Frías de Albarracín, esperando que allí hubiese cobertura móvil y pudiera confirmar a Hermano Errante que tenía que subir a recogerme.
Este 'paseo extra' aumentó en otros 4 kilómetros los que ya había recorrido, la noche comenzaba a acercarse y mis fuerzas ya andaban algo justas.
Tras llegar a Frías de Albarracín y comprobar que allí sí había cobertura (¡menos mal!) hablé con Hermano Errante y busqué un lugar donde protegerme del frío glacial que hacía al atardecer (lo de Frías hace justicia al nombre del pueblo) mientras él subía a recogerme.
El desenlace, por suerte, fue feliz. Hermano Errante me recogió antes de que me congelase (no faltó demasiado, no os imagináis como baja de fresco, en marzo, el viento de los picos que hay alrededor de Frías de Albarracín) y volvimos a Cuenca. Al día siguiente fui a trabajar y en cuanto salí cogí otro coche y me subí con un amigo a buscar las llaves del mío.
Nos pilló una fuerte nevada en las inmediaciones de Calomarde, pero tras volver al lugar donde estuve grabando el time lapse cerca de la pequeña cascada de agua del Barranco Mingoma, el amigo que había subido a ayudarme dijo algo así como: "¡Coño! ¡Mira qué marzuelos salen por aquí!" mientras levantaba del suelo las llaves de mi coche. Desde aquí, ¡gracias de nuevo a Víctor (Mito) por encontrarlas!
Un enorme respiro de alivio se pudo escuchar en toda la Sierra. Había recuperado mi coche, después de todo... aunque la vuelta a Cuenca con los dos dedos de nieve que habían caído en el Puerto del Cubillo mientras buscábamos las llaves, no fue tampoco una tarea nada fácil...
Este 'paseo extra' aumentó en otros 4 kilómetros los que ya había recorrido, la noche comenzaba a acercarse y mis fuerzas ya andaban algo justas.
Tras llegar a Frías de Albarracín y comprobar que allí sí había cobertura (¡menos mal!) hablé con Hermano Errante y busqué un lugar donde protegerme del frío glacial que hacía al atardecer (lo de Frías hace justicia al nombre del pueblo) mientras él subía a recogerme.
El desenlace, por suerte, fue feliz. Hermano Errante me recogió antes de que me congelase (no faltó demasiado, no os imagináis como baja de fresco, en marzo, el viento de los picos que hay alrededor de Frías de Albarracín) y volvimos a Cuenca. Al día siguiente fui a trabajar y en cuanto salí cogí otro coche y me subí con un amigo a buscar las llaves del mío.
Nos pilló una fuerte nevada en las inmediaciones de Calomarde, pero tras volver al lugar donde estuve grabando el time lapse cerca de la pequeña cascada de agua del Barranco Mingoma, el amigo que había subido a ayudarme dijo algo así como: "¡Coño! ¡Mira qué marzuelos salen por aquí!" mientras levantaba del suelo las llaves de mi coche. Desde aquí, ¡gracias de nuevo a Víctor (Mito) por encontrarlas!
Un enorme respiro de alivio se pudo escuchar en toda la Sierra. Había recuperado mi coche, después de todo... aunque la vuelta a Cuenca con los dos dedos de nieve que habían caído en el Puerto del Cubillo mientras buscábamos las llaves, no fue tampoco una tarea nada fácil...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres dejar un comentario? ¡Éste es tu espacio!