jueves, 24 de enero de 2019

Ruta de las Pinturas Rupestres de Villar del Humo

Hoy, aprovechando que la anterior entrada discurría por el 'Rodenal del Cabriel' en Boniches, he querido seguir prospectando esta zona de nuestra Serranía Baja, esta vez con un recorrido de 18,3 kilómetros por la zona de Villar del Humo donde se encuentran las pinturas rupestres. Esta ruta la hice en Septiembre de 2017, en solitario, y no tenía pensado hacer una entrada de ella, pero aprovechando que estamos en terreno de rodeno...

Este día, aproveché también para acercarme a ver la Torre Balbina y la Torre Barrachina, que están por la zona, no son tan conocidas como las pinturas, y sí que son totalmente diferentes la una de la otra.

¿Vamos a ello?

Al amanecer aparcaba mi coche junto al Río Cabriel cerca del puente al que se llega saliendo de la carretera N-420 antes del punto kilométrico 489, en el paraje llamado 'El Cañizar'. Desde aquí cruzaría el río, y subiría hasta el Collado de la Losa para bajar después hasta Selva Pascuala, donde se encuentra el abrigo de pinturas rupestres más conocido de esta zona (y el que más pinturas tiene).

Panorámica de los helechos de Selva Pascuala. Este rincón está casi igual que cuando lo visité por vez primera en una excursión con el colegio (hace ya siglos...). Lo único que ha cambiado es la casa que allí hay, que ahora está reformada.
Ya en Selva Pascuala, me acerqué al par de abrigos con pinturas que hay allí, pero sólo pude acceder a uno (están protegidos por una valla y puertas con llave para que ningún vándalo se las intente llevar ni las deteriore)

Pequeño refugio de pastores cercano al abrigo de la Fuente de Selva Pascuala.
Supongo que a casi tod@s os sonará de algo el conjunto de pinturas rupestres de Villar del Humo, pero vamos a recordar algunos datos sobre estos antiquísimos dibujos. Este tipo de arte se encuadra dentro del arte Rupestre Levantino, de hecho, las pinturas del abrigo de Selva Pascuala (al que no pude pasar) se consideran las más representativas de este tipo de arte rupestre en toda Europa, nada más y nada menos; pero también algunas representaciones de la zona se califican como pruebas del Arte Esquemático. Y es que, éstas pinturas, que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se enmarcan en dos períodos distintos, entre el año 10.000 y el 6.500 a.C.:
   
             - Un período Neolítico de motivos naturalistas y tonos rojizos.
     
             - Otro período datado de la Edad del Bronce, con tonos más anaranjados y azulados.

Las primeras pinturas de la zona fueron encontradas por un Ayudante de Ingenieros de Montes de origen irlandés, llamado E. O'Kelly, en el año 1.917 durante la realización de unos trabajos en la llamada Peña del Escrito. Desde entonces se han hallado más de 170 figuras por esta zona, repartidas en una docena de abrigos de roca.

Mano rupestre en el Abrigo de la Fuente de Selva Pascuala.

No se ve bien, pero en el centro de la imagen hay un motivo soliforme, también del Abrigo de la Fuente de Selva Pascuala.

Cartel explicativo del abrigo de la Fuente de Selva Pascuala. 

Disposición de las pinturas sobre el abrigo.

Vídeo de mi llegada al abrigo de la Fuente de Selva Pascuala (sí, me salté la primera valla para poder verlas)
Disculpas por el pulso de octogenario.

Después de visitar éste abrigo, cogí los caminos que discurrían en dirección Este para ir a la siguiente parada: la Torre Balbina.

¿Recordáis la entrada anterior, en la que os hablaba del rodeno? Toda esta zona está en territorio rodeno y ésta siguiente parada es una muestra más del macromodelado de restos de sedimentos arrastrados por ríos hace 230 millones de años que decíamos que era característico de éste tipo de roca, formando esta vez una auténtica torre natural de unos 25 metros de altura.
Además, esta torre se encuentra junto a una elevación del terreno que nos ofrece un precioso mirador desde el que observar el curioso resultado de la erosión.

Torre Balbina desde abajo. Desde aquí no se aprecian del todo bien sus formas.

Hay que subir a la elevación que hay junto a la Torre Balbina para poder ver bien sus formas y su magnitud.

Tras la visita a la Torre Balbina, tocaba avanzar en dirección Sur durante un corto tramo para coger después otro camino en dirección Noreste rodeando un par de picos y situándome en disposición de bajar por el Vallejo de Marmalo donde buscaría otros cuatro abrigos con pinturas rupestres, en lo que es la zona más salvaje e inaccesible del recorrido.

Por aquí, tuve que luchar y mucho, con la maleza. Ha pasado ya un año y pico y aún lo recuerdo. Fue un palizón. No sé ni cómo conseguí salir de allí sin que la maleza me arrancase la ropa, la verdad. Según el mapa, hay un camino que recorre el Vallejo de Marmalo de Norte a Sur por el fondo de la rambla, pues bien, el mapa engaña. No encontré camino ninguno, sino una apretada selva de Jaras, Tomillos, Espliegos y demás plantas típicas del paisaje rodeno de la que me costó horrores escapar. Encima el sol ya apretaba y hacía un calor espantoso. Recuerdo que no había ni una mala veredilla de animales, ni un rastro de senda: nada. Llegué a la conclusión de que ni los jabalíes se metían por allí. Al salir de aquella pesadilla verde, tuve que tumbarme un rato a la sombra a recuperarme del esfuerzo.

Una vez superada esta dificultad, más abajo en el mismo Vallejo de Marmalo, ya había sendas por donde se encontraban los abrigos rupestres. Quiero añadir que estos abrigos los encontró en el año 1.963 Amado Ruiz, profesor de Villar del humo, junto a sus alumnos.

Aquí, me dejé algunos abrigos que no encontré, y otros que sí encontré (encontré las rejas que los protegen) pero donde no vi nada parecido a una pintura rupestre...

El que sí pude encontrar y disfrutar fue el tercer abrigo de esta zona, del cual os dejo unas fotos:

Figura de toro en colores reales.

Figura del Toro con contraste retocado para ver mejor su contorno y definición. Éste fue el dibujo que más me impresionó. A su derecha, tras la grieta de la roca, se ve también la figura de un ciervo o antílope.


En la parte superior se aprecia una secuencia de puntos.
Bajo ella, entre sol y sombra, se ve una figura parecida a un hombre con un arco. 

Panel explicativo del abrigo de Marmalo III. Habría que ir cambiándolo, ¿no?

Después de ver estos abrigos me dirigí hacia el Oeste, pasando al Sur de de la Peña del Escrito donde E. O'Kelly encontró el primer abrigo rupestre de la zona. Tendré que volver algún día a ver este abrigo, así como el del Castellón de los Machos (al Norte del Vallejo de Marmalo) ya que en esta visita me los dejé pendientes...

Ahora el objetivo de mis esfuerzos se centraba en llegar a la Torre Barrachina. Aquí el relieve se suaviza, y dejamos los cerros atrás, caminando junto al Río Mesto, que en esta época llevaba poca agua.

A lo lejos ya se ve algo. Algo como lo siguiente:

Torre Barrachina, en la orilla del pequeño Río Mesto, que está a la izquierda de la imagen.

¿Qué pinta este torreón solitario aquí? Eso mismo me pregunté yo... e, investigando después, encontré que se trata de una torreta de construcción árabe que data del S. XI y que con sus 12 metros de altura servía de atalaya defensiva y de vigilancia de las Cañadas por donde transitaba el ganado. Más tarde, durante la reconquista sirvió para custodiar los antiguos pasos entre reinos. Por definirlo de alguna manera: se trataría de un antiguo puesto defensivo avanzado.


Torre Barrachina, sobre una orilla algo elevada del Río Mesto.

Dando un rodeo a la Torre Barrachina.

A los pies de la torre.
Junto a la torre, en un embalsamiento de agua cercano encontré esta ranita bermeja, que ya apreció en la entrada dedicada a los Animalejos y Plantas con los que me cruzo en mis caminatas.

Rana Bermeja del Río Mesto, en Villar del humo.

Tras este último punto obligado de visita, ya sólo me quedaba volver hacia el Norte de nuevo hasta Selva Pascuala, remontar la ladera hasta el Collado de la Losa y bajar de nuevo en dirección al Río Cabriel por el otro lado.

Fotografía tomada bajando del Collado de la Losa hacia el Río Cabriel.

Una vez en el puente que cruza el Cabriel, me hice éste selfie para dar como concluida la ruta por las pinturas rupestres de Villar del Humo y vuelta a casa.

Alma Errante cruzando el Río Cabriel ya de vuelta al coche.

Como dije al principio, me salieron 18 kilómetros y pico de recorrido, con un desnivel positivo acumulado de 700 y pico metros (tengo guardado el track) lo cual no está nada mal para ponerse a tono...

Por último, os dejo el mapa del recorrido y os insto, si no lo habéis hecho aún, a visitar las pinturas rupestres de esta zona, pues son únicas y merece la pena hacerse una idea de cómo los antiguos habitantes de este lugar se sentían en este entorno de formas caprichosas de rodeno y extensos pinares. Eso sí, siempre con respeto y procurando dejar el entorno tal y como lo encontramos, o mejor aún si es posible.

Mapa final del recorrido. Pulsar sobre la imagen para ampliar.

¡Hasta la próxima entrada, lectores errantes!

miércoles, 16 de enero de 2019

Rodenal del Cabriel en Boniches

Hoy os traigo una ruta por una de las zonas más pintorescas de la provincia. Todos los pueblos de la zona se rodean de formas rocosas que no tienen parangón en nuestro territorio, pero de esos pueblos de la zona, en esta entrada nos vamos a acercar concretamente a Boniches, para hacer un trekking invernal (aunque sin nieve) por la zona conocida como 'el Rodenal del Cabriel'. Esto de 'rodenal', para el que no lo sepa, viene dado tanto por el tipo de roca, como por el tipo de Pino (Pino Rodeno, o Pinus Pinaster) denominados ambos como Rodeno.

En cuanto a la roca, el rodeno es una arenisca rojiza formada durante el Triásico inferior (hace 250 millones de años) cuando los caudalosos ríos transportaron gran cantidad de gravas, arenas y arcillas arrancadas de los macizos paleozoicos a las llanuras aluviales. El color rojizo de estas rocas se debe a la oxidación de su contenido en hierro. El rodeno se caracteriza principalmente por su macromodelado, con grandes formas de relieve en el que se distinguen plataformas, torres, tormos, callejones y pavimentos.

En cuanto al Pino Rodeno (Pinus Pinaster) es la especie arbórea de la familia de las pináceas asociada a estos paisajes. En algunos lugares se conoce al pino rodeno como pino negral, a pesar de ser dos especies totalmente distintas. En la zona que vamos a ver en esta entrada, hay millares y millares de estos pinos, cubriendo completamente las faldas de los farallones calizos que se elevan sobre el rodeno. Son altos y tienen el tronco bastante despejado de ramas hasta donde comienza la copa. Hace años en esta zona, al igual que en otras muchas de nuestra provincia, estos pinos se 'resinaban', extrayendo su savia.

Pues bien, con estas nociones sobre lo que nos podemos encontrar en un 'Rodenal', vamos a dar una vuelta por el de Boniches, también llamado Rodenal del Cabriel.

Antes de entrar a Boniches, cerca del cartel de la población, un puente cruza un arroyo girando a la derecha. Avanzamos después hasta otro puente que cruza el Río Cabriel y estaremos en un camino señalizado con las marcas de PR (éste es el PR-CU 66), que recorre varios puntos de este paraje en una ruta circular de aproximadamente 18 kilómetros. Yo no iba a hacer la ruta circular, sino que, aprovecharía un tramo del PR, y luego iría alternando entre algunos tramos por el recorrido del PR y otros campo a través o por distintos caminos.

Al poco de comenzar a andar un cartel señala un desvío para ver un paraje de la zona. En el cartel ponía 'los Corcioles' y en el mapa se corresponde a la Rambla del Navazal, lo cual era, lo siguiente (aunque la foto no es muy buena... en esta época en que el sol no asciende mucho en el cielo, me salen todas las fotos 'quemadas' por la claridad):

Rambla del Navazal, en un corto desvío al poco de comenzar la ruta.

En este primer tramo se anda por un fondo de valle muy frío, con todo helado y quieto a mi alrededor, salvo dos corzos que se asustaron de mi presencia y se me cruzaron por el camino. Iba cerca del cauce del Río Cabriel, concretamente: entre el río y las huertas que lo bordean, que quedaban a mi izquierda; y una masa de pino rodeno y monte a mi derecha, y así hasta que el camino gira hacia el Sur y comienza a ascender por el fondo de una rambla.  Aquí ya nos estamos adentrando en la Rambla de las Cabezas, un barranco con no mucha pendiente que bordea el llamado Cerro de las Cabezas al que quería subir.

Caseta abandonada a los pies del más alto de los dos cerros que forman Las Cabezas. Mi siguiente reto era subir a la cima.

Tras echar un vistazo a la caseta abandonada seguí por el camino que hay detrás de ésta y que sube a lo alto del mayor de los dos cerros llamados las Cabezas. Este cerro está a 1.355 metros de altitud, y en su cima había lo siguiente:

Caseta de vigilancia contra incendios en lo alto de uno de los cerros de las Cabezas.

Desde aquí, a vista de águila, investigué la zona que me quedaba por recorrer, aunque... bueno, en verdad no se veía otra cosa que pinos y más pinos...

Cerro Cuerda (1.402 metros sobre el nivel del mar) desde el Cerro de las Cabezas.


Vídeo panorámico desde la estructura metálica que hay junto a la caseta de vigilancia del Cerro de las Cabezas.


Otro vídeo desde las Cabezas, esta vez desde el puntal de roca que mira hacia el sur, hacia el Cerro Cuerda. 
Cuando el vídeo hace zoom es para ver la caseta abandonada a los pies de las Cabezas, donde había estado poco antes.


Ya bajando, tomé esta otra foto desde donde se ve bien el Cerro Cuerda y la grandísima cantidad de pinos rodenos que jalonan su falda.

Cerro Cuerda (el más alto de la zona) con 1.402 metros sobre el nivel del mar.

Después de bajar de las Cabezas, abandoné el PR para desviarme en dirección Suroeste en busca de el Chorrero. No conocía de nada este paraje, pero poco antes de ir a patear esta zona, lo vi en fotos que subió un amigo unos días antes y no pude resistirme a buscarlo. Para ello cogí el camino que se dirige hacia la Rambla del Rincón del Álamo y lo abandoné para avanzar campo a través por el borde de la rambla hasta encontrarme con una zona donde el poco agua que corría se encajonaba y se precipitaba por una pequeña cascada, había llegado a la parte de arriba de el Chorrero, como se muestra en el siguiente vídeo:


Parte superior de la pequeña cascada de el Chorrero.

Bajé por el otro lado, y grabé este vídeo mientras me adentraba en este mágico rincón llamado el Chorrero:


Entrando en el rincón excavado en el rodeno por el arroyo que surca la Rambla del Rincón del Álamo: el Chorrero.

Tal y como había visto en las fotos, el rincón era espectacular. Os dejo unas imágenes (tanto fotos como algún vídeo más) para que lo veáis con más detalle:

El Chorrero de Boniches.

Selfie errante junto a la cascada del Chorrero.

Vídeo desde la base de la cascada del Chorrero.

Tras solazarme en este rincón, continué hacia el Noroeste para salir de la rambla, encontrándome otra pequeña cascada más abajo de el Chorrero.

Otra pequeña cascada de la Rambla del Rincón del Álamo.

Al salir de la rambla, debía buscar una senda para ascender una loma y llegar a otro punto obligatorio de visita en esta ruta: la Horadada.

La Horadada desde la lejanía.

Subí por un camino que recorría una loma entre dos ramblas, hasta llegar a la parte sur de la Horadada. Y, ahí, me surgió un problemilla... había llegado desde un lado desde el que el acceso pasaba por dos ramblas profundas y llenas de plantas con pinchos... resultado: arañazos y pinchazos por todo el cuerpo mientras avanzaba a trompicones rodeado de ramas. Pero bueno, aunque magullado, ya había llegado a otra de las visitas obligatorias de esta zona...

La Horadada es una masa de rodeno erosionada caprichosamente por los elementos a lo largo del tiempo.

Pequeño enebro con porte de bonsai en un lateral de la Horadada.

Peña la Horadada. Así se llama en el mapa, pero en la zona había un cartel donde se la llama: la Obrada.

Vídeo desde la Horadada.

Una panorámica desde la Horadada.

Panorámica desde la Horadada.

Y, por supuesto, me hice una foto haciendo el gamba en el arco de piedra de esta formación rocosa:

Alma Errante en el arco de piedra de la Horadada. 

Al alejarme de este paraje, vi algo curioso. En la zona desde la que se accede a la Horadada (por un camino, y no campo a través por donde había accedido yo) había una placa apoyada sobre un montón de piedras:

Placa conmemorativa en el acceso a la Horadada.
Ahora cogería una pista que avanza hacia el Este, hasta enlazar con otro camino que me llevaría hasta la última parada de esta ruta: el Cenajo del Arte, aunque... no llegué a él, o no lo encontré... el caso es que anduve por un camino que hay al Norte de donde el mapa indica que está en Cenajo del Arte, pero no vi por allí nada curioso (no sabía muy bien qué estaba buscando), así que retrocedí por el camino por el que había venido y busqué una senda que me llevaría de vuelta al camino donde tenía el coche (en esta zona volví a ver 2 corzos, muy parecidos a los que había visto junto al río al principio de la ruta. ¿Serían los mismos?)

Formaciones rocosas de rodeno de camino a la zona donde se encuentra el Cenajo del Arte, el cual no encontré.

Más formaciones rocosas en la zona conocida como Las Cuevas.

No sé cuántos kilómetros ande, pero sí que estuve unas 6 horas deambulando por el monte, con lo que creo que, al menos, 20 kilómetros de recorrido total sí que me saldrían...

Os dejo el mapa y me despido, ¡hasta la próxima lectores errantes!

Mapa de la ruta realizada por el Rodenal del Cabriel. (Pulsar sobre la imagen para ampliar)

lunes, 7 de enero de 2019

Una de Simas - Parte I: sima de las Palomas y sima de Tierra Muerta

Volvemos al blog con una de espeleología, esta vez en su rama 'vertical', es decir, con técnicas de 'solo cuerda', ya que vamos a bajar al fondo de un par de simas de nuestra región.

Vista desde el fondo del pozo de acceso a la Sima de las Palomas, en Valdecabras.

En cada una de estas dos simas estuvimos en un momento muy diferente, me explico: a la primera que os voy a mostrar en esta entrada nos metimos, Hermano Errante y yo, un tórrido día de verano (exactamente el sábado 21 de Julio de este año) con más de 30 grados en el exterior; mientras que a la segunda sima de esta entrada nos fuimos, Hermano Errante, Irene, Álvaro y un servidor, un frío día de el pasado mes de diciembre en el que tuvimos que soportar la nieve cayendo mientras preparábamos el descenso y nos encontramos con algunos centímetros de ésta acumulados a nuestra salida de la sima...

Además, por seguir mostrando diferencias: en la primera sima el pozo de acceso tenía 'tan sólo' 21 metros de profundidad, mientras que el pozo de acceso a la segunda sima doblaba en profundidad al anterior, con 43 metros. Y es que, cada sima es un mundo...

Simas, en Cuenca tenemos 'a patás', sobre todo concentradas en algunos puntos donde predomina claramente el paisaje kárstico, tales como la Muela de la Madera, Tierra Muerta y la Serrezuela de Valsalobre, además de otros lugares.

Estos 'pozos' naturales consisten, muchas veces, en una especie de tubo vertical labrado en la roca con el fondo formando un montículo, debido a los restos de roca que se han ido depositando ahí durante su formación y ensanchamiento. Algunas otras simas sí que presentan recorridos horizontales tras haber superado tramos de pozos para acceder, siendo la más famosa y codiciada de la provincia, la Sima SC-16, que se adentra en tierra hasta llegar a cota -281 metros (es decir, que desde la cota cero en la boca de entrada, se descienden un total de 281 metros que, por supuesto, luego hay que volver a ascender para salir a superficie) y tiene un recorrido lineal de más de 2 kilómetros. De todas formas, en esta entrada no vamos a llegar tan abajo. Aún no, ya que estamos empezando con esto de las maniobras y técnicas de 'solo cuerda' (más comúnmente llamadas técnicas de progresión vertical) y, por el momento, nuestros objetivos son menos ambiciosos y profundos.

Decir que, esta rama de la espeleología exige, además de inversión en material específico; estar más o menos en forma, y practicar, sobre todo practicar mucho las maniobras para poder solventar cualquier problema que se nos pudiese presentar colgados en una cuerda sobre el oscuro vacío de una sima. Para ponerse a bajar simas hay que tecnificarse antes, y mucho. Sin ir más lejos, nosotros (Hermano Errante y yo), el día antes de ir a hacer una sima, solemos buscar un sitio parecido a la sima a la que nos vamos a enfrentar y practicamos algunas maniobras a cielo abierto antes de tener que hacerlas al amparo de la oscuridad y humedad de una cavidad vertical.

Me estoy enrollando, y lo mejor será que me ponga ya a entrar en materia más concreta. ¡A lo que vamos, va!

La primera parte de la entrada trata de la visita a la 'escuela de espeleo vertical en Cuenca'. A ver, no se llama así, pero es la mejor definición de lo que representa esta sima para la gente que hace espeleología en Cuenca, ya que se trata de una 'sima escuela', donde se inicia la mayoría de practicantes de este deporte en la región (después de haber aprendido las técnicas a usar y haberlas practicado en rocódromos u otras instalaciones exteriores previamente, claro). Estoy hablando de la Sima de las Palomas ubicada entre la población de Valdecabras y la celebérrima Ciudad Encantada.

Pues bien, a este lugar fuimos Hermano Errante y yo una calurosa tarde del mes de Julio. Tras localizar la boca de la sima sin ninguna dificultad (no siempre es así, ya que no todas las simas tienen una boca de entrada tan amplia como ésta) tocaba ponerse el mono y todo el equipo de progresión vertical (un sinfín de cacharros, tales como: arnés de cintura, arnés de pecho, croll, descensor Dressler, Shunt, Puño o Jumar, bagas de anclaje, mosquetón de freno, mosquetones para instalar las cuerdas, casco, luz, luz auxiliar, guantes, sacas de material, rodilleras... etc).

Ya llevamos todo a cuestas.

Yo mismo con todo el equipo puesto y preparado para bajar a las profundidades.

En esta sima, al ejercer de 'sima escuela' hay doble instalación de anclajes, lo cual quiere decir que se pueden montar dos cuerdas diferentes y bajar en tandas de dos personas, progresando al mismo tiempo y controlando el uno al otro. Así pues, Hermano Errante monta la cabecera de las dos instalaciones (él se ha aprendido ya todos los nudos y sistemas y yo aún sigo estando un poco verde en esos aspectos...) en el lado de la sima donde están los anclajes.

Un aspecto destacable de esta sima es, que no se baja por la pared por la que hacerlo sería más fácil... pero, todo tiene un por qué. ¿El motivo? En esa pared de esta sima habita una planta protegida llamada Phyllitis Scolopendrium (conocida vulgarmente como Lengua de Ciervo) parecida a un helecho, y perteneciente a la familia de las Aspleniáceas. No se prohíbe el descenso a esta sima, pero sí que se encomienda a extremar las precauciones y no dañar estas curiosas plantas... cosa que, por otra parte, no ocurre, ya que la instalación de los anclajes para usar las técnicas de progresión vertical se mantienen lejos de donde se encuentra esta rara especie.

Imagen de una Phyllitis Scolopendrium (Lengua de Ciervo) sacada de Internet.

Alguien se estará preguntando, ¿plantas en una sima? Pues sí. Las simas cuya boca que se abre al exterior es grande, dadas su características de humedad y temperatura casi constantes, a poco que reciban algo de luz solar, aunque sea indirecta, crean un microclima donde abundan los musgos, líquenes y algunas pequeñas plantas. Las características de orientación y luminosidad de esta sima hacen de ecosistema perfecto para que haya una población estable de la llamada Lengua de Ciervo. También cabe destacar que las paredes de esta sima están tapizadas de musgo casi hasta su misma base.

Pues bien, ya metidos en faena anclamos las dos cuerdas a la cabecera que está alejada de la vertical, nos anclamos a ellas cada uno con su descensor y nos comenzamos a descolgar. Al poco de comenzar a descolgarse, hay otros dos anclajes donde va el primer fraccionamiento de la cuerda. Hacemos las maniobras para asegurarnos, hacemos el nudo de ocho, lo aseguramos al anclaje y seguimos descendiendo cada uno por su cuerda, pero al mismo tiempo. en esta primera parte hay que hacer algunos esfuerzos, ya que al evitar la pared por la que habitan esos curiosos helechos protegidos, en esta otra nos topamos con una 'panza' en la roca que hace que tengas que realizar las maniobras estando 'en volado' (es decir, sin apoyo alguno para los pies), con lo que se dificultan un poco dichas maniobras, aunque más a la subida que a la bajada... y menos mal que nos llevamos las rodilleras, porque aquí te das algunos golpes con la roca muy interesantes.

Maniobrando bajo la atenta mirada de Hermano Errante, que ya había hecho antes esta sima.

"Esto por aquí, esto por allá, suelto esto... ¡vale! ¡Para abajooooo!"
Más abajo había otro fraccionamiento. Os explico un poco el proceso a seguir, aun cuando es probable que no entendáis la mitad, pero valga para hacerse una idea de que, para hacer estas cosas te tienes que tecnificar sí o sí: primeramente bajas hasta estar más o menos a la altura del fraccionamiento (que viene a ser una chapa de acero clavada en la pared), haces un nudo para bloquear el descensor y te quedas colgando de él (asegurado también con el Shunt, pero esto lo omito para no alargar la explicación); después te acercas a la chapa, metes un mosquetón en ella, haces un nudo de 'ocho' dejando algo de comba para luego poder hacer el cambio de aparatos al ascender, lo enganchas al mosquetón, te anclas con tu cabo de seguridad al mosquetón donde está la cuerda con el nudo, sueltas la llave de bloqueo del descensor, bajas hasta que el peso de tu cuerpo recae sobre el cabo de seguridad para quitar tensión a la cuerda y poder sacar el descensor, sacas el descensor y lo introduces en el tramo de cuerda que baja tras el nudo que has enganchado al mosquetón, lo bloqueas, pasas a ese tramo de cuerda el Shunt en caso de llevarlo, sueltas tu cabo de anclaje del mosquetón que te mantiene unido al fraccionamiento, deshaces la llave de bloqueo y sigues bajando. Sencillo, ¿verdad? Pues ninguno de estos pasos debe olvidarse ni hacerse mal, ya que estás colgando de una cuerda en medio de la negra oscuridad de un pozo y no puedes permitirte ningún error si no quieres acabar estampado abajo. En técnicas de progresión vertical prima la regla de la doble seguridad, es decir, que tienes que ir anclado a la cuerda siempre por dos puntos (Puño + Croll a la subida, y Descensor + Shunt a la bajada).

Tras este nuevo fraccionamiento ya no queda casi para llegar al fondo de esta sima, el cual es bastante plano.

Una vez abajo, desengancharse de la cuerda, y echar un vistazo hacia arriba para ver desde esta perspectiva el tubo cubierto de musgo por el que acabas de bajar.

Sale algo movida, pero da una idea de la amplitud de la boca de acceso a esta sima, que hace que llegue luz hasta el fondo.

Ya estamos en el fondo del pozo de acceso. Hermano Errante sale de un hueco de entre una colada y me dice que si bajamos al final de la sima, a la sala del lago. Le respondo que por supuesto, ya que estamos aquí... pero antes de bajar me acerco al otro lado de donde se encuentra esa grieta que da acceso al lago, donde hay un curioso homenaje, pues allí se encuentra, desde hace bastante tiempo, una petaca (de las de beber) con una foto y un nombre.

Bien, bajemos pues a la sala del lago. Junto a la grieta que hay en la colada se ve una estrechez por la que entraremos para descender a la sala inferior. Nos metemos por la estrechez y se abre una pequeña salita que cae en un tubo irregular de unos 6 - 7 metros. Parece posible bajar destrepando, pero como llevamos otra cuerda corta y hay instalación, aseguro a Hermano Errante con un nudo dinámico, él trepa un poco hasta la reunión, que está colgada por encima de nosotros, ancla la cuerda y bajamos.

Yo mismo, probando la grieta  que hay en la colada. Junto a ella está la estrechez que da acceso a la sala del lago.

Llegamos a una sala que gira a la izquierda hacia donde se oye un goteo constante de agua. Aquí sí que hay formaciones por todos los techos y algunas paredes.

Ésta es la sala final de esta sima, a una cota de -30 metros aproximadamente. Para ser la época que era, el lago no estaba mal de agua (según las marcas que hay, ya que es la primera vez que bajábamos y no habíamos visto antes el nivel del agua para poder compararlo).

Nos hicimos este par de fotos

Hermano Errante observando las formaciones que hay sobre el lago.

Alama Errante posando junto al lago de la sala final de la sima de las Palomas.

Grabé sólo un par de vídeos, que he mezclado en uno sólo de un minuto y medio de duración, donde se ve el pozo de acceso a la sima desde su base y la sala del lago con más detalle, por aquí os lo dejo:

Vídeo-resumen de nuestro paso por la Sima de las Palomas.

Ya habíamos visto la sala terminal de esta sima. Ahora nos quedaba lo que más cansa: subir.

Salimos de la sala del lago por el pequeño pozo sin problemas, desmontamos la cuerda corta que habíamos montado para bajar, y salimos a la base del pozo de 21 metros, donde están instaladas las dos cuerdas. Enganchamos cada uno nuestro bloqueador ventral (croll) y el bloqueador de mano (Jumar o puño) a nuestra cuerda y comenzamos el ascenso, hasta llegar al primer fraccionamiento. Tras superarlo, deshacemos cada uno el nudo de su fraccionamiento, recogemos el mosquetón que habíamos puesto para anclar ese nudo, y seguimos de camino al siguiente, ya en la temida 'panza' que hay que superar para salir.

En esa 'panza' que hace la roca, estás suspendido en el aire, sin poder apoyarte en la pared, por lo que la maniobra es un poco más complicada, pero se realiza sin ningún problema ayudándonos con el pedal que se utiliza junto con el Puño para avanzar en subida.

Una vez arriba, la foto de rigor

Alma Errante y Hermano Errante tras surgir de las profundidades de la sima de las Palomas.

Y, ¡misión cumplida! Éste sería mi 'bautizo' en la espeleología vertical, aunque en Cantabria ya había bajado y subido algún que otro pozo cuando estuvimos de espeleo por allí... pero eran tramos cortos (os dejo de nuevo los enlaces a esas entradas: Parte 1, Parte 2 y Parte 3).

Dejo por aquí la topografía de la sima de las Palomas, advirtiendo que la escala no está del todo bien, ya que según topografías posteriores el primer pozo ronda los 21 metros de profundidad, más otros 7 u 8 que hay de bajada a la sala del lago. Ésta topografía se ha extraído del "Avance al Catálogo de Cavidades de la Provincia de Cuenca" publicado en el año 1.992. A pesar de sus errores, se puede apreciar bien la sección del pozo de acceso y la estrechez del siguiente pozo que baja a la sala del lago.

Topografía extraída del "Avance al Catálogo de Cavidades  de la provincia de Cuenca" publicado en 1.992. No fiarse demasiado de la escala, ya que seguramente el desarrollo sea menor del que marca esta topografía, que data de 1.972.

Y con esto, acabamos la parte de la entrada que trata de la Sima de las Palomas de Valdecabras (Cuenca).

Después, una lesión en el hombro mantuvo a mi hermano (y compañero de cordada) alejado de este tipo de actividades por un tiempo, por lo que tuvimos que esperar hasta el día 13 de diciembre para poder volver a meternos en una sima.

Para ésta segunda sima, elegimos la llamada: sima de Tierra Muerta, cercana al Prado de los Esquiladores donde tiene su base la BRIF de Cuenca, pasando Buenache de la Sierra en dirección a Beamud. Y, elegimos un día turbulento para ello... ya que, al salir de Cuenca caía llovizna, pero a partir de Buenache de la Sierra lo que caía era nieve, de modo que cuando entramos en la sima estaba comenzando a cuajar, pero cuando salimos ya  había una buena cantidad acumulada.

Esta vez íbamos a descender a la sima: Álvaro, Irene, Hermano Errante y yo.

Ésta sima también se usó de escuela en su época, por lo que en la parte superior cuenta con instalación para dos cuerdas, de modo que Älvaro y Hermano Errante comenzaron a montar la instalación mientras Irene y yo observábamos bajo la nevada, que cada vez cogía más fuerza.

En ésta sima la cuerda se ancla primeramente usando anclajes naturales, de modo que Álvaro ancló su cuerda a un árbol, y Hermano Errante a otro. Después de esto comenzaron a acercarse a la vertical para montar la cabecera de la instalación, ya clavada en la roca.

En primer plano Hermano Errante, y más atrás Álvaro, mientras montaban las dos cuerdas en la instalación. Irene está más alejada, al fondo.

A partir del árbol, había que montar un fraccionamiento en la vertical, otro unos 2 metros más abajo y después una tirada de unos 6 u 8 metros hasta el siguiente. De ahí ya, hasta el fondo.

Baja Hermano Errante montando mientras yo empiezo a bajar por la misma cuerda, pero por un tramo diferente (un fraccionamiento por encima del que ocupa él) y, cuando va a montar el tercer fraccionamiento para nuestra cuerda se da cuenta de que no hay anclaje para que Álvaro monte su correspondiente fraccionamiento. Este contratiempo nos hace replantear la estrategia de bajada y posterior subida, ya que la cuerda de Álvaro está en un punto donde roza más, y al no poder hacer ese tercer fraccionamiento, por falta de instalación, no es tan segura como la otra cuerda.

Hermano Errante baja hasta el fondo, a  unos 43 metros bajo la boca. Yo voy detrás, por su misma cuerda, pasando junto a Álvaro. Sigo para abajo, paso un fraccionamiento, grito "¡Libre!" para que Irene, que viene detrás, comience a bajar y sigo para abajo donde ya espera Hermano Errante mientras Álvaro se queda a supervisar a Irene, que al igual que yo está metiéndose por segunda vez a una sima.

Al rato ya estoy en el fondo de la sima junto a Hermano Errante y, tras desanclarme de la cuerda y gritar de nuevo "¡Libre!", nos hacemos este selfie subterráneo donde ambos salimos horribles.

Selfie subterráneo de los hermanos Errantes en la base de la Sima de Tiera Muerta.

Mientras Álvaro e Irene van bajando, investigo el fondo de estas sima. Tras pasar el tercer fraccionamiento la sima se abre, bajando en volado el último tramo y alcanzando unas medidas en su base de 20 metros de largo por unos 15 metros de ancho, eso sí, al contrario que en la sima de las Palomas que os he mostrado más arriba, no tiene un fondo plano. Más bien, todo lo contrario. El fondo de esta sima está colmatado de rocas que forman un cono de derrubios de unos 5 - 6 metros de altura respecto a los laterales donde hay menos acumulación de esos derrubios y piedras. Pero, a parte de piedras, hay otros desagradables objetos allí abajo...culpa, cómo no, de la acción del hombre. La boca de ésta sima se encuentra a escasos 20 metros de la pista que une Buenache de la Sierra y Beamud, y por ello, por ser tan accesible y no estar oculta en un paraje difícil de alcanzar, es por lo que bastantes energúmenos se han dedicado durante años a tirar sus basuras al fondo. Allí se podían encontrar: plásticos, metales, una carretilla que debería llevar ahí más de 50 años, trozos de vigas, latas cubiertas de herrumbre, una cama para gatos, trozos de cuerdas, los cráneos de dos perros, huesos y demás desperdicios que no deberían estar ahí... pero que, por desgracia, están ahí desde hace mucho tiempo; de hecho, antes de ir, Padre Errante, que también estuvo por allí en sus tiempos de espeleólogo, nos contó que cuando él bajó había una rueda de carro enorme, pero nosotros no la vimos por ningún lado.

Ya estaban bajando el resto. Álvaro, que no podía fraccionar su cuerda en el punto donde faltaba un anclaje, bajó en una tirada larga hasta el fondo por delante de Irene. Nos hizo esta foto:

Hermanos Errantes en la base de la sima de Tierra Muerta.


Álvaro llegando al cono de derrubios del fondo de la sima.

Poco después apareció en lo alto la luz de Irene que ya bajaba a unirse con nosotros en el cono de derrubios sobre el que estábamos.

Irene ya apunto de tocar suelo, en la cumbre del cono de derrubios, ya que en los bordes (donde hay menos pierdas acumuladas) la cota descendida desde la boca de la sima es ligeramente mayor.

Aquí estamos los cuatro en el fondo de la sima.
(Foto cedida por Álvaro)

Con los cuatro ya abajo, nos planteamos cómo hacer la subida, y decidimos que la haríamos todos por la misma cuerda que había montado Hermano Errante, ya que la que había montado Álvaro rozaba más y era más peligroso subir por ella (además de que le faltaba fraccionarla en un punto). Subió primero Hermano Errante, que ya se estaba quedando frío de pasar tanto tiempo en el fondo de la sima mientras bajábamos el resto.

Hermano Errante en los primeros compases del ascenso. A lo lejos se ve el objetivo final, la boca de la sima.
(Foto cedida por Álvaro)

Sube y, al pasar el primer fraccionamiento me grita el "¡Libre!" para que me ancle yo a la cuerda y comience a subir. Hemos quedado en que, cuando Hermano Errante llegue a donde está fraccionada la cuerda de Álvaro por última vez, se pase a ella y espere por si alguno de los que subimos detrás necesita apoyo. Así lo hace, y yo subo toda la cuerda hasta la salida para dejarla libre y que el resto vaya subiendo.

Hermano Errante esperando a que suba el resto bajo la intensa nevada.

Ya arriba, la nieve había cubierto todo alrededor, y me puse a grabar algunos vídeos de Hermano Errante anclado a la cuerda de Álvaro mientras esperábamos a que el resto subiera. También grabé a Álvaro e Irene ya saliendo de la sima.

He fundido los vídeos de éste día en uno solo que dura algo menos de un minuto, al que le he metido música. Echadle un ojo:

Vídeo-resumen de corta duración de la Sima de Tierra Muerta.

Una vez todos estamos arriba, toca quitarse el mono, pasar frío, ponerse la ropa seca y volver a Cuenca con cuidado de que el coche no patine en la nieve y nos salgamos de la carretera... que después de todo lo que hemos hecho, ¡está chupado!

Os dejo la topografía de esta sima por aquí.

Topografía de la Sima de Tierra Muerta, extraída también del "Avance al Catálogo de Cavidades de la Provincia de Cuenca". Aquí la escala sí parece ajustarse más a la realidad que la de la sima anterior, aunque también data de hace años... (1.973)

Y, bueno, eso es todo hasta el momento.

Según vayamos acumulando simas a nuestra lista de cavidades realizadas, iré mostrándolas en sucesivas entradas.

¡Hasta la próxima!